"La belleza, sin necesidad de valedores, persuade por sí misma los ojos de los hombres."
—William Shakespeare
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ACTUALMENTE LA TECNOLOGÍA TODOS LA TIENEN, pero es que Kou Minamoto no es todo el mundo, así que está difícil que se haga del montón.
—¿No tienes número celular?—espetó Yashiro con sorpresa.
—No, o sea sí, pero es ¿complicado? normalmente cuando hago exorcismos los electrocuto, así que se dañan. Entonces no es como que lo tenga encima siempre.
—¿Qué dices?—Nene frunció el ceño, y cayó en cuenta de que ese era el único amigo del cuál no tenía número. —Esto no puede seguir así. Necesitas un celular Kou.
—Yashiro-sempai, no es necesario.
—Claro que lo es, vamos.
Sin esperar más aquellos dos jóvenes salieron disparados, uno de éstos siendo arrastrado por el otro.
Llegaron a una pequeña puerta frente al cubículo del baño abandonado. Estando ahí Yashiro tocó la puerta y de la misma salió un espectro fantasmal con el nombre Hanako-kun.
—¿Quién se atreve a-
—Ahorratelo Hanako-kun—espectó la de mechas menta.—Kou-kun necesita un celular que no pueda dañar con sus rayos.
—¿Uhg? y por qué no le piden ayuda a Tsuchigomori-sensei?, él debería saberlo.
—Oh sí tienes razón.
꥟
—¿Un teléfono aprueba de los rayos? no sé nada de eso. Pídanle ayuda a Yako. Ella debería saber.
—Ah, gracias entonces.
Nene suspiró con pesadez, ya habían pasado dos espectros ninguno había sido de ayuda. Pero tratando de mantener su actitud positiva y ayudar a su amigo, sonrió y se dirigió al mundo del famoso espectro dueño de las escaleras Misaki.
Ella debía mantenerse con una actitud al mil porciento, después todo, la tercera es la vencida ¿no?
Al llegar al lugar, buscaron indicios de la pequeña zorrita o su forma humanoide, pero no aparecían.
Resopló, no se daría por vencida, porque entre ser y no ser, ella era la maestra en conseguir sus cometidos, (claro díganle eso a su perfecto plan de enamoramiento por Teru Minamoto), se sonrojó recordando ese paqueño momento donde falló en su declaración. "Oh vamos, sólo fue una vez, Nene, no volverá a pasar". Se dijo a sí misma con esperanza. No perdería sus estribos. No hasta hallar lo que quería o al menos una forma de que aquellos rayos no afectaran los objetos personales del chico o a él mismo.
