Capítulo 12

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Capítulo 12.

Los látigos resonaban en su fuerte espalda marcándola, gruño empujando rocas del doble de su peso, devolviéndose a buscar otra arrastrando sus cadenas.

-Pidieron al gran capitán-anuncio burlón uno de los seres de Fuego.

Agarraron entre 7 seres nauseabundos, al hombre humano que había llegado hace más de una semana.

Su semblante era sucio, y desprolijo, en su espalda relucía la carne viva de los múltiples azotes que les eran otorgados.

Lo postraron en la gigantesca sala frente a un trono tan reluciente como todo el lugar…

 Tal vez, aparentando ser celestial, cuando lo que hacían no tenía ni el más mínima aprobación de sus leyes.

Frente a él, Una figura femenina con un vestido blanquecino, y con marcas brillantes en sus brazos.

-Aron Sean- sonrió felinamente- Bienvenido al reino de Demonios de Luz.

Frunció el ceño mirando a la gran traidora de Harlem ex esposa de Arlen de La Coz.

-¿Para qué me trajiste, Alquimia?-pregunto iracundo.

Sonrío bajando las escaleras.

-Directo, como siempre- unas luces salieron de su mano creando círculos a su alrededor- necesito aliados…

Rio grotescamente levantándose  mostrando su fuerte y alta figura, a pesar de las fuertes cadenas.

 Porque no el dolor no era comparado, con la posibilidad de que pensara que podría hacerlo traicionar a su reino.

-La muerte seria la opción, más cercana antes de que yo traicionara,  a Harlem y los demás reinos- contesto feroz.

Hizo una mueca ante esa respuesta y como si una idea, divertida comenzó a carcajear.

-Tu no, pero tendrás que traerlos o incitarlos, porque necesito a…- sus círculos se transformaron en los tres herederos de La Coz, haciendo todo tipo de cosas- mis hijos.

Furioso avanzo tratando de llegar a ella pero del suelo se anclaron sus cadenas jalándolo a 7 pasos lejos.

-¡No te atrevas a tocarlos!! No Los mereces!-grito furioso volviendo sus manos en fuertes puños- Jamás querrá venir a ti, no de la manera que esperarías!

Rio, viendo la desesperación de Aron, como profesaba amor por los niños de quien siempre fue cómplice de travesuras, cuidándolos bajo reglas, y mandamientos.

-Son mis Hijos, pero es mejor solo uno…-murmuro en los círculos la figura de Zares resalto- pero descuida, no sentirás, ni recordaras…

Unos sirvientes lo arrastraron mientras el, con todas sus fuerzas trataba de llegar a la reina de La luz para asesinarla.

-¡Nunca volverán a ti!! Te odian, te desprecian viven un martirio por tus errores! ¡Cortaran tu cabeza, ellos mismos! Y Arlen no permitiría que te les acerques!-grito desgarrando su garganta y piel de tanto luchar- ¡Tampoco Hera, son sus hijos y no los abandonara!!!!!

Su semblante fue de perplejidad, sintiendo como la ira la consumía.

-Descuida, tu harás el favor de quitar esos eslabones- murmuro sus ojos se volvieron ámbar.

Grito de ira, en sus manos crecieron bolas de luz, sus cabellos se volvieron blanquecinos.

-¿Señora..-la sirvienta fue explotada por que su gran soberana descargo toda su ira en ella.

Las cenizas ensuciaron el suelo, respiraba agitada, pensando que ahora sus hijos eran su pieza, que le harían ganar.

Pero solo el hecho de que Hera de Dalton, su mayor enemiga, los controlase a su antojo, y bajo de sus aposentos como si fuese su madre, la llenaba de celos, ansiedad, y venganza.

Harlem: Herederos Del CieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora