Parte 33: Tóxico

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A la mañana siguiente me dolía un poco la cadera, llevábamos bastante tiempo sin hacerlo por lo que no me extraña que ahora mismo mi cuerpo se sienta un poco adolorido, además lo hicimos en un auto, por lo que la posición no era precisamente la más cómoda.

Lo bueno es que, al despertar sus brazos me generaban aquel calor que tanto extrañaba, además como él estaba despierto, aprovechaba la situación para acariciarme mientras dormía.

Por supuesto que era el momento perfecto para besarlo, de hecho, nos estábamos besando cuando escuché aquel "clic" de la puerta siendo abierta, seguido de un "¡Buenos días, papá!".

Yo obviamente me giré para ver a Luther, este siempre se para en un pequeño banquito con tal de llegar a la manilla de la puerta, luego me da los buenos días y corre hacia la cama queriendo subirse conmigo, aunque hoy vio que había alguien más, por ello, se acercó con más timidez, incluso se ocultó en mi pecho tratando de que Allan no lo viera.

Podía ver como sus ojos me pedían una explicación, los extraños lo ponen nervioso, así que tuve que explicarle un poco la situación.

—Papá, se me perdió el anillo— me dijo mostrándome su collar.

—No se perdió mi amor, está aquí— le dije mostrándole mi dedo.

—Bueno, entonces...—se levantó un poco con tal de ver detrás de mí— ¿por qué él está ahí? —me preguntó, por lo que Allan aprovechó de abrazarme mientras que yo abrazaba a mi pequeño.

—Porque no tenía donde quedarse— dije e inmediatamente mi hijo lo miró con desconfianza.

—Hay una habitación al lado de la mía— dijo e inmediatamente Allan carcajeó.

—En serio es muy listo— comentó riendo.

—Claro, es mi hijo— dije viendo como mi pequeño sonreía dulcemente y se acomodaba en la cama abrazándome.

—¿Es igual de irritante que tú? —preguntó.

—No...—dije frunciendo el ceño, hasta ahora no me había dado cuenta de que mi hijo no es la clase de niño que molesta a otro, al menos no como lo haría yo— pero usa a otro como carnada— comenté haciéndolo reír.

—Eso me recuerda que me usaste una vez como carnada— me dijo buscando mi mirada.

—Tú te atravesaste en mi camino— me excusé.

—Papá tengo hambre— me dijo mi pequeño, llamando mi atención.

Por supuesto que esa fue la principal razón por la que me levanté, además tenía que ayudar a mi pequeño a bañarse, aunque mientras se vestía, yo aprovechaba de bañarme. Lógicamente Allan estaba listo para bajar, así que le pedí que mientras me vestía, bajara a mi hijo y le diera de desayunar.

Cuando bajé a la cocina podía oír como mi hijo le decía "¿en qué más ayudo?" haciéndome sentir un poco preocupado cuando lo vi sentado sobre el mesón de la isla. Normalmente no le pido ayuda para cocinar, me preocupa que se queme, o que se corte con algo, o directamente que se le caiga una olla encima, pero ahora parecía entretenido y no sabía si era adecuado interrumpir.

—¿Qué quieres desayunar? —le preguntó Allan.

—¡Huevos! —respondió mi hijo.

—Toma, rómpelos— le dijo entregándoselo.

—¿Cómo se hace? —le preguntaba, por lo que Allan tomó sus manitos y le enseñaba— ¡ahora yo solito! —le decía con felicidad tras poder romper uno.

Pude ver como Allan sonreía observando como Luther con mucho cuidado abría el huevo, incluso como rápidamente lo miró un poco preocupado cuando se le cayó un trozo de cáscara al recipiente. "Oh oh..." soltó mi hijo haciéndolo reír.

Cállate/Cállame BLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora