Parte 46: ¿Allan?

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No sé qué hora es, mis ojos quieren cerrarse, estoy muy cansado, pero a lo lejos puedo oír los apresurados pasos de alguien quien abrió la puerta en donde yo me encontraba.

No podía ver quién era, estaba cansado, sin embargo, casi como si de magia se tratara, sentí ciertas energías que regresaban a mi cuerpo cuando esa persona que estaba detrás de mí, cortaba mis amarras.

Sin duda fue muy liberador sentir mi cuerpo libre, mis piernas temblaban un poco debido a los golpes, pero estaré bien, aunque al momento en el que me giré queriendo encarar a mí "salvador", sentí mucha rabia y hasta desprecio por ver a Allan.

Casi de forma automática tomé la silla de madera en donde anteriormente me encontraba y la estampé contra él consiguiendo tumbarlo en el suelo mientras al mismo tiempo, la silla se rompía dejándome una de las patas con un sobresaliente, casi en punta que me permitiría atravesarlo con ella.

Realmente deseaba matarlo, por lo mismo, comenzamos un forcejeo en donde yo me encontraba sobre él, ejerciendo presión, mientras que él estaba bajo mi cuerpo, tratando de impedir que atravesara su garganta con aquel pequeño trozo de madera que actuaba como si fuese una estaca.

–E-Ethan, escúchame...–decía mientras forcejeábamos.

–¡Cállate! –le grité tratando de aplicar más fuerza, sólo que a comparación que él, no tengo tanta fuerza, al menos no ahora.

–Mi amor...–me nombró– ¡No era yo! –me dijo aplicando toda su fuerza con tal de ponerme bajo su cuerpo– ¡mírame! –me dijo alzando un poco su voz, lanzando lejos el trozo de madera.

–No me vas a engañar otra vez– le aseguré y este inmediatamente me besó, casi como si con esto consiguiera controlarme, sin embargo, mordí su labio queriendo quitármelo de encima.

–Mi amor, sé que físicamente aquel bastardo era igual a mí, pero dime ¿Cuándo yo te he nombrado como "mi cielo"? –me preguntó, por lo que mi cuerpo rápidamente dejó de moverse.

–El Martini...–murmuré.

–¿Martini? –preguntó confundido.

–Bebiste Martini...–murmuré dándome cuenta de que quizás él podría decir la verdad.

–Sabes que lo odio por la ginebra– me recordó.

–Pero... podrías...

–Mi amor, debemos irnos– me decía quitándose de encima con tal de ayudarme a ponerme de pie.

–¿Qué hay de Luther? ¿Dónde está? –le pregunté mientras que él tomaba las amarras que antes me tenían sujeto a la silla, queriendo entregármelo como única arma.

Yo me la envolví alrededor de la mano creando una especie de arma con la que asfixiar a cualquier enemigo que podríamos encontrar cuando saliéramos.

–Nuestro hijo está con Lucy– me respondió– ¿estás listo? –me preguntó cerca de la puerta, por lo que asentí– muy bien, seamos silenciosos– añadió antes de salir.

Me costaba creer todo lo que me estaba diciendo, pero en efecto hay cosas que podrían ser verdad, partiendo por el Martini, además él tiene razón, nunca me ha nombrado como "mi cielo" y hoy no tiene sentido que me llame así.

Sé que podría estar engañándome, prefería mantenerme alerta, así que, cuando conseguí un arma, lo enviaba siempre adelante casi como una forma de tenerlo controlado, sobre todo porque él también consiguió una luego de asfixiar a dos hombres armados.

No sé dónde estábamos, este sitio era completamente nuevo para mí, yo simplemente optaba por seguir a Allan notando que mi golpe con la silla le causó una herida en la cabeza. Si él resulta ser "el real" seguramente eso me hará sentir muy culpable cuando salgamos de aquí.

Cállate/Cállame BLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora