Parte 41: Un error

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A la mañana siguiente, como era de esperarse me sentía un poco cansado luego de haber tenido una apasionada noche con mi amado, no cabe duda de que hacer el amor con él es increíble, además como se suponía que yo estaba enfadado, Allan asumió que tenía que ser más dulce conmigo al verme despertar.

Realmente me vuelve loco, este se acomodó en la cama bajando un poco en ella con tal de aferrarse a mi pecho y de una manera casi adorable me dijo "No te enfades conmigo" consiguiendo que mi corazón se acelerara por su ternura, de hecho, cuando levantó la mirada imitó los pucheros de nuestro hijo logrando que muriera por una sobredosis de ternura.

Cuando se comporta de esa forma, no puedo rechazarlo, además que evidentemente consiguió su cometido, así que nos comenzamos a besar dulcemente, o al menos hasta que escuchamos la puerta abriéndose seguido de un chillido de emoción que nos decía "Buenos días"

Claro que, como Allan estaba en mi sitio de la cama, mi hijo tuvo que subirse a la cama y colarse en medio de nosotros con tal de verme. Adoro esto, sé que lo he dicho muchas veces, pero adoro ser despertado por mi pequeño, sobre todo porque sus ojitos brillan cuando me mira.

–Papi ¿ya no estás enojado con papá? –me preguntaba con alegría.

–No, ya no– respondí copiando su sonrisa en mis labios.

–¿Ves papá? Con un besito todo se soluciona– le aseguraba dulcemente.

–Supongo que sí...–respondió Allan acariciándolo mientras sonreía.

–¿Qué haremos hoy? –preguntó acomodándose boca arriba para vernos a ambos– quiero comer en casa de mi padrino– añadió.

–Excelente, así no cocino– dije girándome con tal de alcanzar mi teléfono para escribirle a Scott un "almorzaremos en tu casa"

Él no se quejó, más bien me envió un corazón seguido de un "tengamos una parrillada" a lo que obviamente accedí, de hecho, me levanté rápidamente de la cama para poder salir cuanto antes y comprar la carne.

Por supuesto que me tomó tiempo salir, mi vida ya no es como antes cuando me despertaba, me duchaba y salía, sino que ahora toma más tiempo, sobre todo porque luego de ducharme, tenía que duchar a mi hijo, elegir su atuendo, vestirlo, darle de desayunar y luego salir.

Claro que, Allan debía hacer otro tipo de cosas, como preparar un bolso con un cambio de ropa y juguetes, además que ordenó su cama y la nuestra, para luego bajar a preparar el desayuno que más tarde yo le daba a mi pequeño.

Si lo dejaba comer solo, tardaríamos mucho más en salir, así que era altamente necesario darle el desayuno.

Al momento en el que salimos de casa, eran las once, así que llegamos a eso de las doce a la casa de Scott, una vez que llegamos, me enteré de que Trevor estaba quedándose con él, algo relativamente bueno, ya que pude designarle la tarea de niñera mientras Scott y yo salíamos a comprar todo lo que necesitábamos.

Por otro lado, Allan y Trevor se quedaban en casa preparando y alistando los utensilios, incluso se encargaron de limpiar la parrilla que cuando llegamos con la carne, ya se encontraba encendida.

Adoro las tardes de parrillada, no soy muy cercano a Trevor, pero estábamos generando lazos de amistad, sobre todo porque él se encargaba de todo aquello que a mí me provocaba pereza. Como el condimentar la carne.

Por supuesto que para estos casos bebemos un poco de alcohol, aunque claramente mantenemos el control en todo momento, tenemos responsabilidades y un niño al que cuidar.

–Tío Trevor ¿me das de tu jugo? –le preguntó mi hijo queriendo alcanzar la cerveza que Trevor bebía.

–Claro, tráeme tu vasito– le respondió e inmediatamente mi hijo salió corriendo a buscar su pequeño vaso.

Cállate/Cállame BLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora