Parte 54: Operación

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Odio las situaciones complicadas, no me gusta que las cosas no salgan según lo previsto y a lo largo de mi vida siempre he tenido un plan, ya sea para bien o para mal. De cierta forma, esta fue una enseñanza de mis padres, ellos me aseguraban que ninguno de mis planes podría salir mal si lo ideaba a la perfección.

Ellos decían que, si estructuraba un buen plan, no existiría ningún factor externo que destruyera la estabilidad que yo deseaba. Utilicé esto muchas veces, en mi trabajo soy demasiado analítico, no me gusta arriesgarme innecesariamente cuando las probabilidades de supervivencia son de un 60% o de un porcentaje inferior a esto.

Lo que mis padres no me dijeron fue que, existe la posibilidad de que tus planes se vean destruidos o reorganizados por una persona externa a la que para variar dejas entrar a tu vida.

Es obvio que yo no deseaba sentirme de esta manera por Ethan, nunca pensé que conseguiría enamorarlo. Si bien me enamoré de él un año antes de acercarnos sentimentalmente hablando, la idea de decirle jamás pasó por mi cabeza.

No cometo riesgos que pueden jugarme en contra y claramente Ethan era un riesgo que deseaba, pero que no estaba dispuesto a cometer, al menos no hasta que comenzamos a relacionarnos y decidí arriesgarme a pedirle noviazgo.

Eso no lo planeaba, hay muchas cosas dentro de nuestra relación que no fui capaz de planearlas, pero que son sin duda lo más importante de mi vida. Nuestro hijo es un claro ejemplo de ello.

Hay cosas que no he planeado a lo largo de mi vida que han salido bien, sin embargo, esto me resulta complicado. En mis planes no estaba pasar por esto, ni siquiera deseo arriesgarme a olvidarlo.

Estoy en casa y no deseo irme, sé que debo acercarme a la agencia para ser ingresado en la clínica que han preparado para mí, pero a pesar de haberlo decidido con Ethan, tengo enormes ganas de huir de esta situación.

Lo bueno es que esto en realidad es una operación corta, no durará más de una hora, sin embargo, sus secuelas podrían durar toda una vida o unos dos a tres meses.

Ethan y yo hemos decidido dejar a nuestro hijo con Scott, no queremos que pase por esta situación, no deseo asustarlo, aunque si le hemos dicho que me haré una operación que nos alejará de casa unos días.

Él parece entenderlo, no le dimos detalles, ni tampoco le informamos sobre las consecuencias, más bien nos centramos en decir que todo estaría bien y que pronto nuestra vida continuaría su rumbo habitual.

Por ahora, estamos viendo una película animada mientras esperamos que Scott llegue para llevárselo. Mi pequeño apoya su cabeza en mi pecho y pasa su brazo sobre mi cuerpo para abrazarme mientras su atención parecía tenerla aquella película de caricaturas que escogió.

No deseo perder esto, realmente disfruto demasiado nuestras tardes de películas o series, además siempre las vemos en la misma posición, aunque a veces se integra Ethan y en otras circunstancias sólo somos nosotros dos.

–Allan, Scott ya llegó– me avisó Ethan a lo lejos, acercándose a nosotros.

–Muy bien, mi amor, ya debemos irnos– le hablé a Luther, mientras que él se alejaba un poco de mi cuerpo para mirar en dirección a la puerta.

–Papá– me nombró mirándome un poco triste– ¿todo estará bien? –me preguntó.

–Sí, no te preocupes– le respondí, aun cuando no sabía si sería verdad.

–Promételo– me pidió, buscando mis ojos.

–Te lo prometo– le dije acariciando su mejilla, sintiéndome el peor padre del mundo por mentirle aun cuando lo estaba mirando a los ojos.

Cállate/Cállame BLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora