Parte 60: Hermanito

1.8K 207 10
                                    

Compré una casa rodante, mi plan para nuestra luna de miel era emprender un viaje a través de nuestro país y disfrutar juntos de esta experiencia, aunque como Allan vendió la casa rodante, una vez construimos nuestro actual hogar, estuve obligado a comprar un nuevo transporte.

Este era una grandiosa oportunidad para pasar nuestras vacaciones con completa comodidad, puesto a que, entre comprar una casa rodante pequeña, preferí comprar una grande donde pudiéramos sentirnos cómodos.

Pasaremos mucho tiempo viviendo allí, necesitaba que mi hijo pudiera tener espacio para jugar mientras conducíamos, por lo mismo, busqué durante mucho tiempo el mejor transporte para este viaje.

Al momento en el que Allan vio mi nueva adquisición, quedó boquiabierto y mi hijo, por supuesto, observó el lugar por todos lados diciéndome que le encantaba, algo que me ayudó muchísimo, ya que pasaremos más de un mes viviendo en aquella casa rodante de lujo.

El sitio es perfecto, tenemos espacio, parece una casa por lo bonito que se ve, además tenemos una cama grande y en caso de que no deseemos dormir con nuestro hijo, los cómodos sofás se pueden adaptar para convertirlos en una cama.

Tenemos una cocina bien equipada y moderna, además de un baño completamente funcional donde quedé muy conforme con la ducha de puertas de vidrio, ya que es lo suficientemente grande como para bañarme con mi esposo.

Este viaje no deja de ser una luna de miel, por ende, necesitaba tener espacio para pasar momentos íntimos con Allan, donde obviamente necesitamos privacidad y este sitio nos lo entregaba.

Obviamente antes de partir, acomodamos nuestras cosas y llenamos la despensa para que no nos hiciera falta nada, priorizando también cosas importantes para nuestro hijo, quien parecía eufórico por la idea de viajar.

Yo quería recorrer a fondo las diversas ciudades y pueblos de nuestro país, por lo mismo, llegamos a un pueblo donde oímos que había un sitio de camping donde descansar.

No quería pasarme todo el viaje conduciendo, teníamos tiempo de conducir y detenernos cuando quisiésemos, por lo mimo, nos detuvimos frente a un lago con vistas preciosas donde mi hijo corría por todos lados.

–¡Papá! ¡papá! –decía nuestro pequeño tirando sutilmente el pantalón de Allan, queriendo llamar su atención.

–Dime– le respondió poniéndose de su tamaño.

–¿Podemos acampar? Prometiste que lo haríamos si me portaba bien– le recordaba con entusiasmo.

–Por supuesto– le respondió Allan– pero tenemos que comprar una tienda de campaña.

–¿Dónde podemos comprarla? –le preguntaba un poco triste, ya que a nuestro alrededor sólo había árboles y agua.

–Mañana visitaremos otro sitio, podemos comprarla de camino ¿te parece? –le sugería.

–¡Sí! –le respondió abrazándolo con alegría.

–Cielos...–suspiré observándolos a medida que los enfocaba con mi nueva cámara fotográfica, donde deseaba guardar estos momentos– se ven tan lindos...–murmuré con orgullo.

–Imagínate lo lindo que me vería con dos hijos– comentó con una sonrisa, aproximándose a mí para envolver mi cintura.

–Bueno...–murmuré, acercándome a sus labios– depende de ti que eso se cumpla.

–¡No quiero! –chilló Luther, llamando nuestra atención– no quiero compartir a papá– agregó acercándose a mí para abrazarse a mi pierna.

–Pero mi amor, tendrías un hermanito o hermanita para jugar– lo trataba de convencer Allan.

Cállate/Cállame BLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora