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Su pierna comenzó a moverse con ansiedad una vez la amiga de Seungmin se fue, dejándolos a ambos solos y en silencio. ¿Qué estaría pensando Seung de él? Había sido un poco pretencioso con la mujer, no estaba orgulloso; se había sentido amenazado apenas vio como ponía sus manos en su cachorrito que su boca soltaba tonterías sin parar. ¿Y si no le gustaba tanto a Seungmin como creía? ¿Y si solo estaba siendo amable? Oh, ¡y él alardeando sobre lo cercanos que eran! Tzuyu debía haberse estado burlando en el interior. 

Ella parecía saber algo que él no, y eso no le gustaba. Que la gente tuviese ventaja sobre de él lo hacía sentir pequeño e inseguro, además de que la forma en la que Seungmin se comportó era diferente a como lo hacía cuando estaban solos. Algo lo suficientemente importante estaba pasando entre ellos y él no tenía idea; y no es como si pudiera entrometerse, no tenía derecho. 

Lástima que su boca y su cerebro no estaban de acuerdo con eso. 

—¿Ustedes estaban...? Ya sabes... ¿En una cita? 

Seungmin se sacudió de repente, golpeando su pecho con fuerza a la par que todo su rostro se ponía colorado. ¿Se estaba ahogando? Vamos, Hyunjin, no seas idiota, ¡por supuesto que se está ahogando!, le respondió la voz en su cabeza, haciéndolo reaccionar al instante. Le empezó a dar golpecitos en la espalda al menor, tendiéndole con su otra mano su Latte para que pudiese tragar lo que estaba atascado en su garganta. Seungmin pareció apreciarlo, y con manos temblorosas y un poco de su ayuda pudo hacerlo. 

—Gracias. —agradeció con su vocecita un poco más grave de lo usual.

—Oh, no, no. Ha sido mi culpa, de todos modos. —juntó sus brazos sobre la mesa y se inclinó para tener una mejor vista del lindo cachorrito a su lado— Fue una pregunta estúpida. —restó importancia, murmurando después:— Es obvio que sí.

—¿Qué? —una burbuja de risa nerviosa abandonó los labios de Seungmin cuando lo miró de vuelta— Claro que no. Te lo dije, es una amiga. —los ojos del menor se desviaron a su postre y lo picoteó con el tenedor— Nos conocemos hace un tiempo y a veces nos reunimos para hablar de trabajo y esas cosas. 

—Pero yo te gusto más, ¿verdad? —di que sí, di que sí, di que sí— ¿Soy el número uno en tu corazón? —su mirada atrapó la del contrario, guiñando un ojo con diversión, sonriendo satisfecho cuando las mejillas de Seung se colorearon con un rojo intenso.

—Si te digo que sí ¿estarás feliz? —asintió con entusiasmo, sacándole una sonrisita a Seungmin. Tan lindo. — Tonto. 

—Di que soy el número uno. Sé que lo soy. —con una rodada de ojos, Seungmin le apretó la nariz, antes de volver a su abandonado postre en la mesa— ¿No lo soy?

—Lo eres. —soltó, fingiendo que el tenedor partiendo el panecillo era de lo más entretenido. 

La enorme sonrisa boba que se plantó en su rostro le hizo doler las mejillas después de unos minutos, pero nunca la borró, pues Seungmin de vez en cuando le robaba miradas y le mostraba la lengua con recelo, masticando con lentitud los pequeños pedazos de pan que consumía. Cuando el menor se quejó de que lo miraba demasiado, su vista se paseó por la cafetería, captando a la mesera que le dio el papel a Seungmin observándolos ansiosa. Cierto. El papel. No perdía nada si preguntaba, ¿verdad? 

—SeungSeung. —el contrario balbuceó en respuesta, en verdad metido en su tarea de terminar lo que había ordenado— ¿Qué es lo que te dio la mesera hace un rato?

—¿Hm? —los labios de Seungmin se fruncieron en confusión— Oh, eso. —sacó el papelito de su bolsillo, mirándolo despreocupado— No lo sé.

—Ella te estaba coqueteando. —gruñó, extrañamente molesto, haciendo que el menor lo mirara con su ceño fruncido.

—Las personas nunca coquetean conmigo, tonto. —Yo sí, quiso decir— No debe ser nada.

—Muéstrame. —le pidió, y Seungmin abrió el papel, leyéndolo con los ojos bien abiertos. Desde donde estaba, logró diferenciar una serie de números que formaban un número telefónico.

—¿Lo ves? Nunca conmigo. —se rio, dando vuelta al papel hacia Hyunjin. 

Hyunjin leyó el contenido del papel, dirigiendo después su vista hacia la chica que parecía más nerviosa y ansiosa que antes.

"Tu amiga es muy linda. Quería darle mi
número, pero soy muy tímida, ¿podrías 
hacerlo por mí?

XXX-XXX-XXXX
-Sana :D"

—Woah. —fue lo único que atinó a decir, antes de notar que Seungmin por fin terminaba todo y hacía señas a quien suponía era Sana.

—Supongo que eso me convertirá en una clase de Cupido. —se encogió de hombros, pidiendo la cuenta y disimuladamente dándole un pulgar arriba a la chica para que supiera que iba a ayudarla.

Después de haber pagado y tomado su mochila, Seungmin le preguntó qué haría después, invitándolo a caminar juntos a la estación. Hyunjin aceptó con entusiasmo. Pasar tiempo con Seungmin se había convertido en su actividad favorita desde que lo conoció, anhelando cada día poder encontrarse de casualidad con él y poder platicar, aunque sea un momento. Se sentía tan confiado e inseguro a su lado, preguntándose si lo que hacía era demasiado o muy poco, deseando poder volver a tocar sus labios con los contrarios y sentir aquel bálsamo que le había encantado. 

Uff... Qué cansado era gustar de alguien. Mantenía su mente demasiado ocupada y atareada. Se sentía como uno de los personajes de los manhwas que había comenzado a leer hace semanas. Si fuese bueno escribiendo historias está seguro de que haría uno sobre Seungmin y él. 

Su mente divagó, saltando de escenario en escenario imaginando cómo sería salir con su cachorro. No como amigos, como novios. Su corazón latió desenfrenado y eso lo distrajo tanto, que casi cruza la calle en un semáforo en verde. Seungmin lo regañó por estar fuera de su mente y por poner su vida en peligro. Él solo rio por lo adorable que era ver las mejillas abultadas de Seungmin al enojarse, parecía un cachorro gruñón. 

Cuando llegaron a la estación Hyunjin se sintió desganado por tener que decirle adiós a Seungmin, quien había estado la mayor parte del camino quejándose tiernamente de sus profesores y lo monstruosos que eran los exámenes que les habían puesto hace unos días, escuchó atentamente cada una de sus palabras, y guardó en su memoria la forma en la que el menor expresaba su molestia, su felicidad, su todo. Pero en especial, guardó cómo sus labios se movían con cada palabra. Estaba usando ese bálsamo de nuevo.

—¿SeungSeung? —el menor se detuvo y lo miró, esperando a que continuara. Hyunjin tomó las manos contrarias entre las suyas y sonrió tímido— Mis labios están resecos... ¿me das un poco de tu bálsamo. 

Seungmin asintió al instante, soltando una de sus manos para buscar en su mochila. 

—No, así no. —Oh, su cachorrito era tan adorable cuando estaba confundido— Así. 

A la par que murmuraba la última palabra, jaló a Seungmin más cerca de él, mirándolo un segundo antes de unir sus labios en un pequeño beso con sabor a café y cerezas. 

manhwaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora