La vida es demasiado corta para despertar en la mañana con remordimientos.
Los remordimientos...
La culpabilidad...
Fijo la vista en mi brazo y aprieto los dientes al mismo tiempo que el líquido me atraviesa la piel y se inyecta en mi sangre. Cierro los ojos con fuerza y rechino los dientes mientras escucho como éstos crujen. Noto como el dolor me atraviesa el cuerpo como un relámpago y tiro la jeringuilla al suelo. Me mareo un poco y tengo que cogerme a la mesa para no caerme de la silla. No obstante, eso solo dura unos pocos minutos. Luego, la euforia sustituye al dolor.
Sin embargo, no puedo evitar que un par de lágrimas me caigan por las mejillas. Y es que en lo más profundo de mi corazón, aun cuando la droga está haciendo su máximo efecto, siento demasiados remordimientos que no me dejan tranquilo ni un segundo.
Niego con la cabeza varias veces y me levanto rápidamente, dejo todas las cosas que he usado para pincharme y me salgo del apartamento. Ahora mismo estoy cegado por el dolor y por la heroína, y tan solo quiero hacer alguna locura y olvidarme de todo. Así que salgo del piso y cuando me veo fuera, corro como un loco hacia ningún sitio en concreto.
No pienso, no oigo, no veo. Nada en absoluto. Me siento eufórico, borracho y drogado, tan solo corro para desahogarme. Pero entonces, paro en seco y veo toda mi vida pasar delante de mí en milésimas de segundo. Los colores, las emociones, las sensaciones, vienen a mí y me golpean en toda la cara. Oigo como el corazón se me parte por la mitad y rompo a llorar en medio de la calle. El subidón de la heroína dura poco y después se pasa realmente mal.
No entiendo porque me tuvo que pasar a mí, cientos y cientos de familias que vivían en la misma ciudad, tan parecidas, tan idénticas a nosotros... pero no, tuvimos que ser los que se jodieron. Estoy a un paso de volverme loco, todos los días a todas horas, mi mente viaja a los mismos momentos que me rompieron por dentro en millones de pedazos. Martirizarme era una vía de escape pero, poco a poco, me estaba dando cuenta que si no paraba, esto acabaría conmigo de una vez por todas. Y aunque, dentro de mí, en lo más profundo desee eso... el miedo se apodera de mí y no soy capaz ni de imaginarme el día en que la droga me consuma.
Se pone a llover y yo sonrío como un maniático. Levanto los brazos al cielo oscuro y cierro los ojos, mientras las gotas de agua me rocían por completo. Un recuerdo se me viene a la mente. Un recuerdo en el que estoy con mi madre, fuera de mi casa llorando a moco tendido porque una chica que me gustaba había pasado de mí en el colegio. Ella me consoló hasta que el cielo se volvió negro y oscuro, y la lluvia cayó sobre nosotros empapándonos por completo pero, riéndonos tan fuerte que el estómago nos dolió durante una hora.
Sonrío de lado y bajo los brazos. El subidón de la heroína desaparece y ya puedo ver donde estoy exactamente; en medio de la carretera. Me voy a la cera y achino los ojos para poder ver más allá de dos metros por delante de mí. Todo está muy oscuro y las farolas apenas iluminan nada. Dudo en si irme a casa o quedarme un rato aquí, bajo la lluvia. Decido lo segundo, total nadie me espera en mi casa y no tengo nada mejor que hacer. Sé que cuando me vea encerrado entre las cuatro paredes de mi habitación volveré a pensar y mi cabeza estallará. Ya no sé que demonios hacer para dejar de sentirme tan culpable.
Tal vez nunca deje de sentirme culpable.
Suspiro pesadamente y me siento al borde de la acera, me llevo las manos a la cara y ahogo un grito. Ojalá dejara, aunque solo sea durante un segundo, de sentirme tan mal. Ojalá pudiera vivir una vida normal.
-Ojalá no fuera un puto cobarde.
Levanto la cabeza y me quedo observando como la lluvia cae. Me siento un auténtico estúpido, aquí sentado, empapándome por completo. Día tras día, me voy dando cuenta de que estoy demasiado perdido, y de que no sé si sabré encontrar la salida a todo este laberinto que yo mismo me he creado. Un laberinto lleno de arrepentimiento, de culpabilidad y dolor, mucho dolor.
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Drake
Teen FictionAlgunas noches no son tan malas y puedo recordar días en los que me acuesto y he podido dormir durante muchas horas sin tener ninguna pesadilla, simplemente soñando que estaba libre y fuera de este sitio, con mis padres, con mi hermano y con mi tía...