Capítulo 27

0 0 0
                                    

A la mañana siguiente, cuando entro en el gym con mi habitual bolsa de deporte y con las energías a tope preparado para el día más importante de mi vida, noto que algo no va bien. Con el ceño fruncido me dirijo al grupo apelotonado en mitad del gimnasio, los cuales están haciendo gestos con las manos mientras se mueven nerviosos de un lado al otro. Me acerco y al primero que veo es a Diego con el móvil pegado a la oreja y con la otra mano extendida como para tranquilizar al personal. Miro las caras de mis compañeros, a Pol y a Archer con rostros preocupados y temo lo peor. Dejo la bolsa a un lado cerca de los bancos y, de reojo, logro visualizar a Nefer y a Mason que sonríen intentando disimular mientras observan también a Diego. Eso no me gusta un pelo. Me pongo al lado de Pol y le pregunto que qué ha pasado. Él solo se encoje de hombros.

-No lo sé, estamos esperando a que Diego termine de hablar y nos lo cuente, pero parece que no es una buena noticia – me dice Archer cruzado de brazos.

- ¿Puede ser algo del campeonato? ¿Puede que le estén diciendo que se ha cancelado? – pregunto con el miedo patente en mi voz.

Los dos niegan con la cabeza. Está claro que no saber nada, aterroriza. Nos quedamos todos observando a un Diego cada vez más nervioso, tan solo le oímos decir "si", "no", "puede ser", y eso nos pone demasiado nerviosos. Mi corazón empieza a tronar en mi pecho y sin saber porque miro hacia las puertas del gym, esperando encontrar a Steven entrando. Sin embargo, pasan los segundos, los minutos demasiado largos e interminables. Hasta que Diego cuelga el teléfono, suspira, se lleva dos dedos al puente de la nariz y cierra los ojos un momento. Todos mantenemos el silencio, a la espera de la peor noticia que jamás haya existido.

-Bien – empieza a decir y carraspea para aclararse la garganta. No se me pasa desapercibido el brillo en sus ojos, como si algunas lágrimas amenazaran con salir, y eso me pone sobre aviso – he de daros una muy mala noticia.

Diego se calla de repente y da unos pasos hacia delante.

-Sé que hoy era un día muy especial. Hoy se celebraba el campeonato de boxeo entre los mejores boxeadores de seis gimnasios de la zona, y solo puedo sentirme orgulloso de lo mucho que habéis practicado, de que este deporte es una parte fundamental de vuestras vidas y que lo habéis dado todo, incluso cuando ya no podíais más. Pero ha ocurrido algo que nadie tenía previsto que pasara y que, muy desgraciadamente, a supuesto la cancelación del campeonato – sentencia Diego.

Parpadeo un par de veces, y se me traba la respiración. Mi corazón sigue latiendo en tromba, incluso después de esa maldita noticia. Ya está, todo ha terminado, pienso mientras algo dentro de mí se desinfla. Todo el esfuerzo, todo el sacrificio, absolutamente para nada. Miro a mis compañeros y los veo bastante hundidos, algunos incluso tienen alguna lagrimilla corriendo por sus mejillas y sé que no es por tristeza o miedo por el campeonato, sino de impotencia por no poder hacer nada. Los entiendo. De verdad que lo entiendo y ojalá se pudiera hacer algo. Pero entonces, es Mason quien habla y todos nos giramos a mirarle.

-Pero... ¿por qué se ha cancelado? ¿Algún equipo no puede asistir?

-No – responde Diego – ha habido un accidente y no hay sustituto.

La manera en la que Diego habla es rotunda y brusca, como si hablar de ello no le gustase para nada. Aunque, hablar de un accidente no es agradable sinceramente.

- ¿Qué accidente? Si se puede saber – insiste Mason y le fulmino con la mirada.

No nos bastaba con saber que el campeonato no se va a celebrar que también tenemos que aguantar a este imbécil y sus preguntas curiosas. Aparto la mirada de él haciendo una mueca de desprecio, y miro a Pol... tiene los ojos anegados de lágrimas y, aunque pone su mano sobre su boca para intentar pasar desapercibido, lo cierto es que no lo consigue. Y cuando se da cuenta de que le estoy mirando, se quita de un manotazo las lágrimas y sorbe por la nariz, cambiando su postura y carraspeando. Toda mi alma se descompone cuando mi cerebro empieza a atar unos pedacitos de cabos sueltos. Steven no ha venido todavía. Pol está llorando. Diego dice que ha habido un accidente. El campeonato se ha cancelado por ello. Y Steven peleaba en él. Y la última vez que había hablado con él fue anoche, cuando me dijo que tenía que ir a un lugar, cuya ubicación me mandó. Un escalofrío me recorre todo el cuerpo y una especia de sudor frío baja por mi espalda cuando, finalmente entiendo lo que ha ocurrido, al mismo tiempo que Diego lo suelta.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: 2 days ago ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

DrakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora