Mi cabeza no para de darle vueltas a un tema. Y es que, ¿cómo una persona con tantas desgracias pueda acabar siendo feliz? Sonrío como un niño pequeño ante mi reflejo en el espejo del cuarto de baño. Y, aunque, mi cara no esté en las mejores condiciones, no me importa. No cuando por fin siento algo de paz en mi interior. Me voy a la cocina y del congelador cojo unos cuantos cubitos de hielo. Me vuelvo corriendo al baño y con una toalla los envuelvo y me lo pongo en la mejilla izquierda mientras me apoyo en el lavabo. Hago muecas de dolor cuando el hielo me abrasa la piel y con ello el hematoma que el estúpido de Nefer me ha hecho. Imbécil de mierda, como lo pille… Suspiro, ¿a quien quiero engañar? Si mide mucho más que yo y, por mucho que entrene me va a partir la cara igual. Aun así… no se puede salir con la suya así como así, alguien debería de darle una paliza y que sepa lo que se siente. Rezo para que en el campeonato encuentre a alguien mucho más brutal que él y le pegue la paliza de su vida.
Dejo la bolsa de hielo en la encimera y me observo el gran moratón que tengo y que se ve a cien kilómetros. Me lo toco suavemente con la mano y cierro los ojos con fuerza nada más sentir el pequeño roce. Esto va a tardar en curarse. Vuelvo a coger la bolsa y me la pongo en la mejilla mientras salgo del baño y me echo en el sofá. No pienso en absolutamente nada, solo estoy tranquilo dejando que el hielo haga un poco más de efecto en mi mejilla dolorida. Y es cuando reparo en que hacía años que no estaba así de tranquilo. Sonrío un poco ante la sensación de paz que me inunda y me hace verlo todo de otra manera. Nada me agobia, he conseguido aquello por lo que he luchado, tengo a mi lado a gente que me quiere y me apoya tal como soy… joder, lo tengo todo. Todo menos a mi familia…
Y en un abrir y cerrar de ojos, algo en mi pecho se desinfla, se sacude y duele. Sé que pensar en mi familia me hace daño, y aunque quisiera desterrar todos los recuerdos de sus muertes de mi mente, no puedo y eso es algo que me perseguirá hasta el día en que me muera. Miro por la ventana, hacia el cielo azul y aunque un par de lágrimas se me escapan, sonrío, esperando que mis seres queridos me vean desde donde estén. Y ahí, sentado en el sofá y sonriendo, es cuando me viene un flashback a la mente…
Flashback
Estaba con mi hermano pequeño Julen jugando con los bloques en la sala de estar. Mi madre y mi padre andaban atareados preparando la comida para llevárnosla para la excursión, y mi tía… bueno, ella todavía no había llegado, típico en ella. Ambos estaban susurrando pero yo lo oía perfectamente.-Mira haber donde se ha metido tu hermana, siempre igual… nunca llega cuando más la necesitamos – decía mi padre acabando de enrollar los bocadillos.
-Ya estará a punto de llegar, ten paciencia, ¿quieres?
-No, es que hizo lo mismo el día en que nació Julen. Le pedimos que viniera para ocuparse de Drake y aparte de no presentarse, ni siquiera llamó para preguntar que como estabas, y como había ido el parto.
Se hizo el silencio, y apostaba lo que fuese a que mi madre acababa de poner los ojos en blanco.
-Mi hermana puede que sea despistada pero los niños la adoran, y cuando se implica lo hace de verdad. Además, ya está todo listo, en cuanto venga ella lo cogemos todo y nos vamos.
Mi padre suspiró y ya no dijeron nada más. Yo, en cambio, andaba detrás de Julen preocupado porque no se cayese al suelo. Tenía año y medio y aunque andaba bien… prefería estarle vigilando.
-Julen ves con más cuidado… - le dije cogiéndolo de la cintura y sentándolo en el suelo, le doy un bloque y él lo coge – juega con esto.
-Ci – dijo y se puso a aplaudir.
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Drake
Teen FictionAlgunas noches no son tan malas y puedo recordar días en los que me acuesto y he podido dormir durante muchas horas sin tener ninguna pesadilla, simplemente soñando que estaba libre y fuera de este sitio, con mis padres, con mi hermano y con mi tía...