Capítulo 16

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   La garganta me arde, mi cuerpo se tambalea y con una mano agarro fuertemente el cubata que acababa de pedirle a la chica de la barra. Y con una sola mirada, observo a todas las personas que han asistido a esta fiesta. Me río solo de pensar en la cara de tontos borrachos que tienen, en lo absurdos que son sus bailes, en que algunos están arrastrándose por el suelo por una mísera pizca de droga… gilipollas.

   Sin embargo, tenso mi mandíbula y aprieto el vaso con fuerza al pensar que yo debo de tener la misma cara de imbécil que ellos. Mentira. Yo era mucho peor.

   Me había arrastrado hasta aquí por puro instinto, queriendo olvidar la mierda de día que estaba teniendo. Y nada más llegar, me había ido directo a la barra, y había bebido docenas de cubatas para olvidar lo penoso que era… ahora solo necesitaba esas drogas que todos estaban buscando.

   Me bebo la mitad del cubata de un solo trago y hago una mueca de dolor cuando el liquido pasa a través de mi garganta, ardiendo como puro fuego. La música retumba en mis oídos, acalla mis pensamientos y me deja flotando en una nube por un instante. Cierro los ojos y me maravillo con esa puta sensación de satisfacción y alivio. Y pienso que a veces me gustaría estar muerto… para dejar de pensar tanto.

   Abro los ojos y vuelvo a observar el panorama. Y algo se me hace distinto. Algo nuevo, algo… no tardo mucho en comprender que ese algo realmente es alguien. Una persona vagamente familiar entra por la puerta, sonríe a varios chicos que bailan y a otras chicas que lo miran de arriba abajo. Y con aires de superioridad e indiferencia hacia la mayoría de las personas aquí presentes, se encamina hacia el sofá más próximo donde, una rubia despampanante lo espera con dos cubatas y una tensión sexual muy palpable en el aire. No tardo demasiado (a pesar de lo borracho que estoy ya) en captar ese aire de familiaridad patente en él. Porque aquel chico que acababa de entrar por la puerta y que ahora se morreaba con esa chica era Nefer Davis, el mismísimo dios de los muertos.

   Lo bueno que tiene es que aún no ha reparado en mí, todavía. Sino que se aferra a esa chica como si su vida dependiese de ello. Absolutamente todos los de la fiesta les están mirando, algunos chicos con un deje de envidia y algunas chicas con muchas ganas de ser ella en este mismo momento. Pero yo… yo simplemente los miro, deseando a quien fuera que me oiga que no mire en mi dirección, porque cuando a este chico se le cruzan los cables… es mucho peor que Mason.

   Y ya es lo que me falta para el día de hoy, meterme en una pelea con Davis. Así que de manera muy natural empiezo a darme la vuelta e irme por detrás hacía las escaleras. Solo cuando llego arriba me permito volver a respirar. Me recuesto en una pared y me termino el cubata en dos tragos. Vuelvo a hacer una mueca de dolor al notar la garganta jodida y suelto el cubata sin importarme si le pego a alguien o a donde cae. Suspiro y maldigo en voz baja la puta suerte que tengo. Ahora solo deseo salir de esta fiesta e irme a mi casa, meterme bajo las sábanas y olvidarme de todo, aunque ni siquiera sean las ocho de la tarde para mí el día ya ha terminado.

   Sin embargo, alguien me coge del cuello y me estira hacia delante. Casi caigo del susto pero la chica me sujeta por los hombro y sin previo aviso, me besa. Abro mucho los ojos al sentir los suaves labios de la desconocida y, aunque me guste el momento, esto es raro de cojones. Y sin poder evitarlo, mi miembro palpita cuando la chica se pega más a mí y me roza su entrepierna por mí…

   -¡¿Dónde coño estás?! ¡Eres una maldita perra hija de puta! – grita un chico a nuestras espaldas y se va corriendo por el pasillo, metiéndose en una habitación cualquiera.

   Entonces, la chica se relaja y me suelta. No puedo hacer otra cosa que observarla, embobado por lo que acababa de pasar. Sus mejillas se tiñen de un leve color rojo cuando nuestras miradas se encuentran y le sonrío, no sé por que pero lo hago. Ella me devuelve el gesto y carraspea, supongo que preparándose para darme una explicación de lo sucedido.

DrakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora