Zappia, conocida por una lista interminable de delitos que incluyen terrorismo, asesinato, robo, secuestro, tráfico de drogas y armas, extorsión, y fraude, es el epítome de una psicópata. Estadounidense, falsificó un pasaporte apenas 30 días antes de ingresar a Chile. Sus tendencias violentas comenzaron desde los 6 años, cuando agredía y amenazaba a sus compañeras, llegando al extremo de asfixiar a una de ellas. Nunca mostró arrepentimiento. Fue condenada a dos años, pero, debido a su corta edad, las autoridades decidieron dejarla en libertad—aunque, en retrospectiva, esa fue una decisión fatal. Ahora, a los 19 años, ha sido condenada a cadena perpetua, sin libertad condicional y con la posibilidad de pena de muerte. Los informes médicos confirman trastornos severos: trastorno antisocial de la personalidad, trastorno explosivo intermitente y esquizofrenia paranoide. Zappia también es adicta a la heroína.
El día de su detención.
Rodeada de policías, allí me encontraba. ¿Yo? No iba a dejar que me atraparan tan fácilmente, eso nunca. Si iba a caer, me llevaría a unos cuantos conmigo. Al menos mataría a seis. Esa era mi promesa y mi consuelo. Con mi M16 en mano, disparé a quemarropa, eliminando a los seis hombres que estaban justo enfrente de mí. Sentí la descarga de adrenalina correr por mi cuerpo. Verlos caer uno por uno... sí, eso me hacía sentir viva.
Mi pickup estaba rodeada de alambres; no había forma de escapar. Lo sabía. Pero aun así, no iba a dejar que me tomaran sin pelear. Después de sentirme satisfecha, salí del pickup, levantando las manos en un gesto que pretendía ser pacífico, aunque por dentro mi mente bullía. Sabía que tal vez este sería el fin, que después de este momento tal vez no volvería a conocer la libertad.
Los SWAT no me dieron tregua. Me tiraron al suelo con brutalidad, inmovilizándome con una fuerza que casi parecía que temieran que me escapara de nuevo. Esposas por todo el cuerpo, restringiendo cada parte de mí como si fuera una bestia. Me subieron a una furgoneta blindada. Cacheada, despojada de casi todo, vestida solo con mi ropa interior, me llevaron a lo que sabía que sería el final de mi historia de caos. Mientras miraba por la ventana, me despedí en silencio de esos 13 años en los que hice lo que quise. Y no, no me arrepiento de nada.
Sasha Marquina (alias "Capi"):
— El testimonio de Sasha, la mejor amiga de Zappia, fue contundente.—Hace unas semanas, tuvo uno de esos arranques de ira. Intentó suicidarse. Se clavó púas en las muñecas, no porque quisiera morir, sino porque el dolor era lo único que la hacía sentir algo —dijo Sasha, su tono lleno de una mezcla de dolor y resignación—.
—Yo no creo que Zappia deba estar en contacto con otros presos, mixto o no. Es peligrosa. No deberíamos arriesgarnos—. Dijo uno de los guardias.
—¿Y qué piensas hacer? ¿¡Meterla en un agujero y olvidarnos de ella!? —la directora se giró furiosa hacia su compañero—. Ella cumplirá su condena. Pero no le vamos a quitar lo único que le queda, el derecho de tener libre tránsito como cualquier otro preso. Esa chica ha sufrido demasiado ya... No es solo una criminal, está rota. Sus traumas son profundos. No podemos quitarle lo poco que le queda de humanidad.
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vis a vis; max valenzuela
Fanfiction━━ 𝐕𝐈𝐒 𝐀 𝐕𝐈𝐒 ✿ ____ Zappia, 19 años, estadounidense: Condenada a cadena perpetua por delitos graves que incluyen terrorismo, asesinato, robo, secuestro, tráfico de drogas y armas, extorsión y fraude. Sin posibilidad de libertad condicional, p...