— Es realmente imposible que yo pueda hacer algo, lo lamento, te dejo a solas.
Salva cerró la puerta de metal, dejándome a solas con Zappia en aquel estado devastador.
—Perdóname, Zappia, no puedo salvarte. ¿Qué hago? ¿Me mato yo? —murmuré, mi voz temblando bajo el peso de la culpa y el miedo. Sentía la impotencia ahogarme; mi abdomen aún dolía, pero eso era lo de menos en comparación con el dolor que podía ver en sus ojos. Mi corazón se desgarraba al ver cómo sus lágrimas caían, mientras yo me sentía más incapaz que nunca de protegerla.
—Te amo demasiado, no logro imaginarme los días aquí sin ti. Me volvería más loco sin tu presencia —dije, suplicándole que comprendiera lo que sentía. A pesar de la situación crítica, Zappia seguía siendo mi luz, y necesitaba que lo supiera. Pero su mirada perdida me decía que no podía reconocerme, y eso me devastaba.
Finalmente, me acerqué a ella, buscando un rayo de esperanza en su expresión. Quizás un beso podría ayudarla a recordar, pensé mientras mi corazón latía con fuerza. Cuando ella me dijo que estaba bien, su voz sonaba arrastrada, pero había una chispa de vida en su mirada que me impulsó a seguir.
—No, no estás bien, mi amor —le respondí, tomando su rostro entre mis manos, sintiendo la calidez de su piel. ¡Por favor, no te vayas! —te juro que te sacaré de aquí antes de que te hagan daño. No me importa lo que cueste y las consecuencias que traiga. Necesitaba que supiera que no estaba sola, que lucharía por ella.
Mis labios encontraron los suyos, un beso tierno, casi como si temiera romperla. Pero cuando ella me pidió otro, todo lo que había guardado dentro de mí comenzó a desbordarse. Nos besamos con más intensidad, dejándome llevar por el deseo y la desesperación. Pero, a medida que la situación se intensificaba, su expresión cambió y comenzó a hablar sobre el dolor en sus muñecas.
— Me duele. Señaló sus muñecas, el dolor visible en su rostro.
Con cuidado, le quité las esposas, sintiendo cada uno de sus movimientos. La senté en la cama junto a mí, tratando de no hacer demasiado esfuerzo para no lastimarla.
— Perdón, fui una loca. No quería lastimarte. Su voz era un susurro, cargada de culpa.
— Todo está bien, Zappia. Estamos vivos los dos y juntos.
Ella, lentamente, acercó su mano y levantó mi camisa, sus ojos recorriendo la venda que cubría mi abdomen. De repente, su mirada se desvió hacia abajo, donde mi erección era evidente. Me giró el rostro y me besó con una pasión que me dejó sin aliento. Sabía que la deseaba, pero en el fondo, comprendía que no era el momento adecuado. La aparté suavemente.
— Ninguno de los dos está bien para hacer esto. Tranquila.
— Yo quiero hacerlo.
Volvió a colocar su mano en mí mientras me besaba. Sus dedos empezaron a dar pequeños apretones, provocando un jadeo involuntario que escapó de mis labios. La besé con más intensidad, un deseo feroz en medio del caos, pero dentro de mí sabía que teníamos que encontrar la forma de salir de este infierno antes de entregarnos a algo que podría lastimarnos aún más.
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vis a vis; max valenzuela
Fiksi Penggemar━━ 𝐕𝐈𝐒 𝐀 𝐕𝐈𝐒 ✿ ____ Zappia, 19 años, estadounidense: Condenada a cadena perpetua por delitos graves que incluyen terrorismo, asesinato, robo, secuestro, tráfico de drogas y armas, extorsión y fraude. Sin posibilidad de libertad condicional, p...