37 ━━ ☠️

60 4 2
                                    

𝐜𝐡𝐢𝐥𝐞, 𝟎𝟒 𝐝𝐞 𝐞𝐧𝐞𝐫𝐨

Audiencia

6:29 PM

El silencio que cayó en la sala fue denso y pesado. Podía sentir cómo mi corazón latía con fuerza, cada golpe resonando en mis oídos mientras contenía la respiración, esperando que se pronunciara la fecha que sellaría mi destino.

—...Diez de abril de este año —continuó el juez con un tono frío y seco, sin un atisbo de empatía.

La noticia me golpeó como una ráfaga helada. Tres meses. Ese era todo el tiempo que me quedaba. Miré a mi padre, buscando en sus ojos una pizca de esperanza, algo que me confirmara que aún existía una salida, algún plan que no conociera. Pero en su mirada solo encontré la resignación de quien ya lo ha perdido todo.

— Hija... —su voz era apenas un susurro, un hilo roto que intentaba sostenerme en ese abismo de desesperanza.

Intenté mantener la calma, pero la ira y la impotencia me invadían como olas violentas. Me sentía atrapada, prisionera no solo de ese juicio, sino de un destino que parecía estar decidido sin mi consentimiento. Las paredes de la sala parecían cerrarse a mi alrededor, robándome el aire, ahogándome.

— Esto es una burla, una maldita broma —murmuré, apretando los puños hasta que las uñas se clavaron en mis palmas. Mi voz era apenas un susurro, pero la rabia que contenía se desbordaba en cada palabra—. ¿Tres meses? ¿Solo me darán tres meses para... qué, exactamente?

El juez me lanzó una mirada llena de desprecio.

— Considerando tu historial, debería alegrarte de que siquiera te hayan permitido vivir hasta ahora. Si fuese por mí, tu sentencia habría sido efectiva desde el día de tu captura.

Su tono era despiadado, y eso solo alimentó mi odio hacia todos los que ocupaban esa sala. Sentía que, en sus ojos, yo no era más que una monstruosidad que merecía ser eliminada. Pero, más allá de eso, sabía que su odio no era solo hacia mí, sino hacia todo lo que yo representaba: una lucha, una rebeldía que ellos no podían comprender.

Antes de que pudiese responder, mi padre volvió a hablar, su voz entrecortada pero firme.

— No te rindas, ovejita. Te prometo que esta historia no terminará así. Sé que he fallado muchas veces, pero no ahora. Haré lo que esté a mi alcance.

Quería creer en sus palabras, aferrarme a la esperanza de que, de alguna manera, él tenía un plan. Pero mientras los guardias se acercaban para escoltarme fuera de la sala, su mirada se desdibujó entre lágrimas. Los recuerdos de mi infancia, los pocos momentos felices a su lado, se entremezclaron con la realidad cruel que me rodeaba. Ahora, iba de regreso a ese agujero donde el tiempo no pasaba, donde cada segundo era una espera interminable y amarga.

En mi mente, el eco de la sentencia seguía retumbando: "diez de abril". La fecha marcada.

Al cruzar de nuevo la puerta de la prisión, los guardias me tomaron de los brazos, sus manos firmes e insensibles, llevándome de regreso por los pasillos oscuros de las celdas de aislamiento. Cada paso hacia el sótano se sentía como una caída hacia el abismo. El eco de mis propios zapatos en el piso de concreto resonaba en mis oídos.

A medida que avanzábamos, el recuerdo del abrazo de mi padre persistía, tan cálido y tangible que casi podía sentirlo aún.

— Nos vemos el diez de abril, Zappia —se burló uno de los guardias con una sonrisa siniestra mientras abría la puerta de la celda.

La puerta se cerró con un estruendo metálico, dejándome sola en la oscuridad. Me apoyé en la pared, respirando hondo para calmar el temblor en mis manos. La oscuridad era abrumadora, pero mis ojos se acostumbraron rápidamente. Intentaba dormir, pero los pensamientos no me dejaban descansar. El peso de la sentencia, ese diez de abril, que se acercaba como una guillotina inevitable, me empujaba al límite de la desesperación.

De repente, en medio de la noche, escuché pasos en el pasillo. Me incorporé, alerta, con el cuerpo tenso como una cuerda a punto de romperse. La pequeña ventanilla de la puerta de mi celda se abrió, y un par de ojos fríos me observaron desde el otro lado.

— Prepárate —susurró una voz que no reconocí. Era un tono firme y calculador—. A las tres en punto, esta puerta se abrirá. No hagas preguntas. Solo sigue el camino que te indicaremos.

Antes de que pudiera responder, la ventanilla se cerró de golpe. Mi corazón latía frenéticamente. Aun en la oscuridad de mi celda, sentí cómo una chispa de esperanza se encendía dentro de mí. ¿Realmente había una posibilidad de escapar? ¿Quién estaba detrás de esto? ¿Podía confiar en esa voz anónima? Las preguntas me atormentaban, pero sabía que era mi única oportunidad.

El tiempo avanzaba lento, cada minuto estirándose como un interminable tormento. Pero cuando el reloj marcó las tres, tal como me habían prometido, la puerta de la celda se abrió con un leve chirrido. Me levanté con cautela, mirando a ambos lados del pasillo para asegurarme de que no hubiera guardias cerca. El corredor estaba en penumbra, y el silencio era absoluto.

Di mis primeros pasos fuera de la celda, con la piel erizada y el corazón en la garganta. Mi única guía era el recuerdo de las palabras de la voz misteriosa: "Solo sigue el camino". Sin dudar, giré a la izquierda y comencé a caminar rápidamente hacia el final del pasillo, mis pasos casi silenciosos contra el piso de concreto. El aire estaba cargado de tensión, y cada sombra me parecía una amenaza.

Finalmente, llegué al depósito de suministros, tal como me habían indicado. La puerta estaba ligeramente entreabierta. Empujé con cautela, y al entrar, encontré una pequeña nota pegada en la pared, escrita en letra apresurada: "Más allá de estas paredes, una vida te espera. No vuelvas atrás".

Una disculpa por la demora

tengo otra historia llamada "stream"

donde actualizo más seguido ^^

vis a vis; max valenzuelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora