Soledad, mi nueva mejor amiga.

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¿Por qué la recaída tiene que ser una caída libre por un abismo emocional? ¿Y porque yo seguía cayendo como Alicia por el túnel del conejo para llegar al país de las maravillas? ¿Al final encontrare mi propio país de las maravillas?

Odio el primer capítulo. Lo detestaba. Había pasado toda la mañana de sábado escribiendo, corrigiendo, volviendo a escribir y el resultado final era un desastre. Auto-odio. ¿Cómo atrapar a la audiencia con tal desastre? Es que definitivamente no era simplemente escribir con buena ortografía, las palabras requerían de cierto orden específico, de ser adornadas, detalladas, acompañadas, claras. Requerían de conllevar vida, sueños, ideas. Necesitaba..... algo. Algo que no encontraba, que no había en lo que escribía, algo que me faltaba.

Golpee mi frente con mi mano repetida veces recordándome lo tonta que fui. Lo tonto de mis acciones y aún más de mis pensamientos que me distraían olvidándome por completo del maravilloso hombre que trataba de crear para considerar a los idiotas que solian estar a mi lado.

– Me odio – dije cerrando el computador – juro que a veces enserio me odio.

– Ni siquiera deprimida dices algo coherente – me regaño Thomas sentando sobre mi escritorio. Algún día debería sentarme ahí a escribir. Mi espalda me lo agradecerá.

– Estoy cansada de estar deprimida – momento para la sinceridad. Apreté los labios y respire profundo tratando de contener las lágrimas.

– Estoy cansado de que tú eres sólo lo malo – me recordó caminando lentamente hasta donde me encontraba.

– No sé en qué momento todo se vino abajo.

– Nada se ha venido abajo.

– Mentiroso.

Era extraño el silencio. El reloj marcó las seis de la mañana, me puse en pie y camine hasta la cocina, en el trayecto encontré la habitación de todos cerrada. Una vez en mi destino apoye mi frente contra la puerta de la nevera y volví a respirar profundamente. ¿Dónde quedo la pasión? ¿El compromiso? ¿Dónde carajos se escondio mi talento?

–¿Todo bien? – pregunto una voz ronca aún sumergida en sueño mañanero. Me sobresalte y brinque involuntariamente lejos de la nevera. ¿James? No dijo nada, restregó sus ojos con una de sus manos mientras la otra se encontraba metida en el bolsillo de su pantalón. Camine de espaldas hasta chocar con el lavaplatos, nos sobresaltamos por el sonido de los platos que se encontraba en él están para secar pero no nos movimos. Definitivamente había estado tan concentrada que había olvidado que anoche se quedo acá. Tenía el cabello completamente despeinado y mi deseo de pasar mis dedos por el apareció como por arte de magia. Y yo que creía que eso sólo pasaba en las novelas. Aparté la vista y la fije en la ventana sobre la estufa a mi derecha, crucé mis brazos y pase mis manos de arriba a abajo por mis brazos aun cuando no tenía frío. Fue cuestión de segundos que empezará a llorar frente a James, lleve una de mis manos a mi mejilla y limpie bruscamente las pequeñas lágrimas. Sentí su cercanía, sentí derretirme bajo el tacto de su mano limpiando mis lágrimas y luego simplemente explote, como ya se me hacía costumbre, esta vez apoyada en su pecho. Sus manos viajaron a mi espalda y luego acaricio mi cabello – Shhh – empezó a susurrar tratando de calmarme, ya empezaba a hipar tratando de controlar los sollozos – tranquila, ¿qué pasa?

–¿Que, que pasa? – pregunte en burla girando mi cabeza hacia un lado en busca de aire – pasa que soy un libro en blanco, pasa que me siento bloqueada, fea y sobre todo sola. Pasa que el tiempo corre en mi contra, pasa que moriré soltera, sin trabajo y siendo mantenida por mis padres. Pasa.....pasan tantas cosas que ya no sé qué pasa – finalice alejándome de él – eso pasa.

James no dijo nada, cosa que me parecía extraño y aún no sabía porque. Aunque para estas alturas del partido sabia que desconocia al chico frente a mi tanto como lo conocía. ¿Extraño? Demasiado. Se cruzó de brazos igual que yo y me miró fijamente con esos ojos chocolate que se gastaba. Subió su mano a su barbilla y la rasco antes de volver a abrir la boca.

–¿Eres un libro en blanco? – pregunto con tal seriedad que me causo gracias. Burla de mi misma y lo patética que llegaba a ser.

– Vale, no soy un libro en blanco, sólo soy una enferma, cansada, perdida adolescente con un síndrome desconocido por la raza humana.

–¿Así que ahora tiene un síndrome? – Y tan rápido como el sentimiento de quererlo se instalaba en mi pecho, asi mismo desaparecia.

–¿Así que ahora me responderás con preguntas, con qué motivo? ¿Qué la respuesta me lleve a una saludable solución?

– Tal vez – admitió alzando los hombros – tal vez eres sólo una chiquilla haciendo pataleta.

Mi boca se abrió y cerró un par de veces como pez fuera del agua, ahora mi cerebro estaba en blanco procesando sus palabras tratando de encontrar la mejor manera de responder a ese insulto. Ahora mi filtro funcionaba a la perfección.

–¿Libro en blanco, eh? – miro al techo luego de regreso a mí, negó con la cabeza y se dio vuelta abriendo la nevera y tomando el jugo de naranja. Sin moverme de lugar se acercó lo suficiente para que todo mi ser fuera consciente de su cercanía, sin embargo no me toco, su mano libre paso por mi lado hasta dar a centímetros de mi espalda donde tomó un vaso del están y luego sirvió jugo, me lo entrego y repitió el proceso para servirse a sí mismo. Tomó y toda mi atención se centró en su manzana de Adán subiendo y bajando con cada trago – ¿qué tan ilógico te suena que seas la primera escritora en el mundo con un síndrome inexplicable que genera un bloqueo? – pregunto alzando sus cejas, de nuevo el pez, James negando con la cabeza y todo mi ser pendiente de su cercanía. Sonrió, se giró, guardó el jugo y se apoyó en el estante frente a mí – Querida Laura, bien conocido es el bloqueo del escritor y el síndrome de la página en blanco.

–¿Lo conoces?

– Lo sufrí, lo goce y al final sólo me aproveche de él – sonreí con burla, más que burla incredibilidad. James acepto mi reacción, aún con el vaso en la mano se encaminó fuera de la cocina. Tome un gran sorbo de mi vaso antes de salir detrás del chico.

– Dime la solución – le pedí al encontrarlo mirando la ventana de la sala.

– La solución es diferente para cada uno.

–¿Desde cuándo eres tan profundo?

Volvió a negar con la cabeza haciendo mi sangre hervir. Se giró para verme desde la notoria diferencia de altura y camino más cerca de mí.

–¿Quieres saber cómo encontré mi solución? – ascendí – un día cualquiera encontré a mi hermana pintándose las uñas de los pies cuando llegue al departamento, veía The Carrie Diaries y ella pasaba por lo mismo que tú, que yo, que el 99,9% de los escritores alrededor del mundo, el consejo de su amigo, novio o lo que sea, porque no tengo idea, no veo esa serie, fue y cito "Carrie necesitas escribir de lo que sabes" probablemente dijo más cosas pero sólo eso se me grabo. Escribir de lo que sabes. Así que sí. Ese es mi consejo.

–¿Escribir de lo que se? – pregunte con incredibilidad. James ascendió. Volvió a beber jugo y camino fuera de mi campo visual, luego escuche el leve sonido de una puerta al cerrarse. Escribir de lo que se, ¿Que se?

Me repetía como lora esa pregunta de camino a mi habitación aún con el vaso de jugo en la mano, entré en esta y cerré la puerta, mi celular pito, y volvió a hacerlo, tomando mi atención como si de un sueño me despertara, lo tome. 5 mensajes sin leer. De María.

"¡¡¡¡MIERDA, NO VAS A CREER QUIEN ME MENSAJEO ANOCHE!!!!"

"NO SÓLO ESO, ¡¡¡ME MANDÓ SOLICITUD DE AMISTAD A FACEBOOK!!! :D"

"ESTOY TAN FELIZ"

"¡MIERDA LAURA DESPIERTA YA!"

"Bueno, como quieras de cualquier manera te diré: ¡EZEQUIEL! El "iquel" de Niquel!! "

Bueno por lo menos alguien encontraba respuestas a sus preguntas. Volví a acomodarme en la cama y seguí con la pregunta clave. ¿Que se?

Síndrome de la página en blanco - Finalizado-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora