Solo chicas. Parte II

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Quien lo hubiera dicho. De hecho me sentía una persona totalmente ajena a mi grupo. Escuchar esas historias me recordó lo cerrada que estaba en mi misma como para prestar atención a las pequeñas cosas que pasaban a mi alrededor. Es que carajos, he estado todo el puto año junto a Alejandro y jamás me entere de que tuviera una relación con María C o con Andrea de once A, que esté las hubiera engañado o que Esteban el chico modelo que jamás fue grosero o algo semejante le hubiera hecho semejante desplante a Rocío, que Nicolás le gustará a Valeria o Pablo o alguien, jamás hubiera creído que el primer amor de Fernanda fue mi hermano o que alguna vez coqueteo con María, mucho menos que la mayoría de las chicas frente a mi tenían un historial amoroso con los chicos que consideraba mis hermanos. Me sentía perdida y más sola que nunca. Trate de aferrarme a algo que realmente no conocía, no los conocía a ninguno. Me sentí mal, mal conmigo misma por ser tan despistada y egoísta, mal por no saber el historial amoroso de las únicas chicas que consideraba como mis hermanas. Es que mierda ¿como no me di cuenta la relación que tenían mis mejores amigas con mi hermano? Enloquecí. Y en términos de Laura fue quedarme completamente choqueada esperando que las confesiones se acabarán, es más la puta botella nunca cayo en mi y sinceramente nunca fue un desperdicio porque por lo que venía escuchando nada de lo que yo dijera se comparaba a lo que había escuchado, no tenía ni un sólo chisme candente o secreto mortal, no tenía ningún recuerdo memorable que contarle a mis hijos. Dios era patética.

Luego de llegar al punto de aburrimiento con la cuestión de preguntas y respuestas por la puta botella, seguimos con actividades más rutinarias de pijamada. Cantamos al karaoke, comimos dulces, nos tomamos fotos y hasta hicimos un par de llamadas en broma a los chicos del salón. Cerca de las tres de la mañana estuvimos de acuerdo en que ninguna daba más, en que mañana tocaba estar a las seis en el colegio para la despedida que organizaba grado décimo y que el cansancio podía con todas. Nos acostamos una junto a la otra y sólo tres en las sillas alrededor del grupo. Hablamos un rato más en la oscuridad tratando de conciliar el sueño y nada. El reloj de mi celular marcó las cuatro de la mañana y yo seguía con un ojo abierto puesto en mi teléfono celular. Escuchaba el ronquido de algunas y dando un rápido vistazo me fije en como todas ya estaban dormidas. No podía estar ahí, necesitaba hablar con alguien y entre más pronto lo hiciera mejor. Pase por encima de María C sin despertarla, tome las llaves de su lugar y sólo con el pijama puesto salí de mi apartamento hasta el único lugar al que podía llegar a estas horas de la madrugada. Timbre, un sola vez, conté hasta diez y volví a timbrar, espere, pase mis manos por mis brazos para tomar un poco de calor y cuando estaba por darme vencida la puerta se abrió mostrando a un desarreglado James con su camisa de Bob Esponja que tan malos recuerdos me traía. Al verme abrió los ojos como platos y salió de su departamento para estar conmigo en la entrada. Cerró tras de el no sin antes dar una rápida mirada al interior de este. ¿Llegue en mal momento?

–Laura – alargo un poco intrigado e incómodo con mi presencia.

–Posiblemente soy la última persona que quisieras ver a estar horas de la mañana pero necesito hablar con alguien – acorte la historia en sencillas palabras, pero al ver su cara de desconcierto agregue la mayor mentira de la noche – Nicolás no está en casa así que bueno te toco tomar su lugar – y valla que era una mentira, si en estos momento hablara con Nicolás sería para dale un golpe por meterse con mis dos mejores amigas y luego llorar desconsoladamente sobre su hombro. James asintió y me señalo las escaleras para sentarnos y hablar.

–Creí que tenías a todas tus compañeras para hablar. Ósea en este momento están en tu departamento – menciono lo obvio y si no fuera James creería que me estaba echando.

–Cierto, pero necesito hablar con alguien de lo que paso. Bueno, de lo que sintió respecto a lo que me entere. – James afirmo con la cabeza dando paso a que empezara a hablar. Y así fue, dije todo lo que me había planteado sentada frente a las chicas tal como si hubiera sido un monólogo ensayado, y realmente me sentí estúpida al decirlo en voz alta pero era verdad. James espero hasta que acabara de hablar para guardar silencio, abrazarme y pensar muy bien sus palabras. Abrió y cerró la boca un par de veces como pez fuera del agua y cuando por fin encontró su voz la puerta de su departamento se abrió dejando ver a Niquel. Quienes abrieron los ojos como platos y quedaron congelados en su lugar.

Síndrome de la página en blanco - Finalizado-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora