Sexto día de excursión

73 5 2
                                    

MARTES

Playa blanca. Realmente estaba un poco cansada de tanta playa, dado que no soy una muy buena amiga de esta pero nos divertimos, me encontraba mirando a mis compañeros correr de un lugar a otro y no podía evitar que cierto sentimiento nostálgico se acomodará en mi pecho, trate con todas mis fuerzas de empujarlo hacia un lado y aprovechar el último día junto al mar que tendríamos todos juntos.

Un señor pasó vendiendo joyería artesanal, Garret y yo nos encontrábamos sentados sobre la arena esperando no sé qué, posiblemente recuperar las fuerzas luego de estar jugando a empujarnos con Andrés.

– Camarón afrodisiaco, para la noche de bodas – empezó a decir un señor que se cruzó en nuestro camino al señor de la joyería, inmediatamente Garret dio un paso medio cerca medio lejos de mi como buen amigo sobre protector que era – súper recomendado, te pondrá como un toro y .....

– No somos pareja – le interrumpo antes de que siguiera.

– Aun así...

– No gracias – le volvió a interrumpir Garret haciendo señas para que se alejara, luego una pelea de miradas de machos y por fin el señor se fue, siguiendo su camino para ahora acorralar a Felipe y Alejandro, reímos y nos fijamos en el señor con la joyería de nuevo, Ariana lo había hecho parar para ver unos aretes, en lo personal no pude evitar fijarme en cierta gama de collares que me recordara a cierto chico que aunque me había olvidado de él durante la última semana ahora ese sentimiento de extrañarlo con locura me inundaba, compre el collar que más me gustó y lo guarde en mi bolso.

–¿No quieres también el espanta suegras? – negué con la cabeza entre risas, no creo necesitarlo.

– Oh por favor niña, ¿compras el collar de hombre y no compras el collar espanta suegras? – mi ceño que frunció y temí de la explicación que vendría a acompañar mi compra – el collar que compraste es el que normalmente compran acá las mujeres para atraer a los hombres, este – me monstro un collar con una piedra diferente – es el que comprar los hombres para atraer las mujeres – hizo silencio y nos miró a Garret y a mí. Guarde silencio y me voltee a ver a mi amigo con una carcajada creciendo en mi garganta, al ver la cara de desconcierto de Garret, solté la risa contenida y de cierta manera enoje al señor que nos estaba dando la explicación más interesante que había recibido hasta ahora para animar a las personas a comprar artesanías. Sin embargo luego de ver como Garret y yo reíamos, limpiábamos lágrimas imaginarias y seguíamos actuando como bobos el señor se nos unió en la risa.

–¿Enserio la gente cree que eso funciona? – pregunte luego de calmarme un poco y tratando de recuperar el aliento.

– Pero claro que funciona – aseguro con tanta certeza el señor, debería ser actor. De igual manera era un precio muy mínimo que pedía por los collares y tenían su gracia, pues por lo menos si no atraía a los hombres los haría reír y eso ya era algo. Volvimos con Maria, Katherine y Paula aun con la risas bobas y una explicación bien dramatizada por ambos para hacerlas reir. Garret con su collar para atraer mujeres y yo con mi collar para atraer hombres, creo que después de todo ya no será un regalo.

Una vez en tierra firme tuvimos por fin unas horas libres, pidieron que no nos alejáramos mucho y que volviéramos a eso de las cuatro más tardar cinco de la tarde al punto de encuentro. Pero como siempre María y yo somos un ejemplo a seguir, empezamos a caminar entre el comercio y luego de 30 minutos estábamos en un mall, mall al que habíamos ido porque mi pequeña necesitaba un dinero que le habían mandado sus padres, teniendo todavía tiempo suficiente para parar a comer algo y luego tomar un taxi de regreso. Volvimos a vitriniar, a mirar tiendas más del estilo al que estábamos acostumbradas en la ciudad y por ultimo a comprarnos un helado como para cuatro personas solo para las dos, un helado que también tuvo su historia y gracia, dado que por alguna razón creíamos que la señora nos creía a Maria y a mi pareja, bueno no era la primera vez que nos pasaba, pero si la primera vez que alguien no lo decía tan directamente, de cualquier manera nos dio un extra en las decoraciones de este, que basto para conformarnos. De regreso le pedimos al taxi que nos dejara en el lugar donde tenia que hacer el deposito que para nuestra suerte era en el comercio donde teníamos que estar, hicimos las vueltas necesarias y luego paramos en una tienda, vendían como en toda buena tienda artesanal de ciudad junto al mar, basura que llamaban recuerdos, pendejaditas con cosas representativas de la ciudad donde nos encontrábamos, imanes para neveras, bolas de nieve, animales disecados, camisas publicitarias entre otros, empezamos a seleccionar cosas para cada familiar al que queríamos llevarle un recuerdo y hasta ahora no le habíamos comprado nada, armando así un paquete grade de cosas, varias repetidas dado que iban para su familia y para la mía, nuestra faceta de negociante salió a la luz, pidiendo un descuento por cada cosa que seleccionábamos considerando que estábamos solas y en medio de una ciudad desconocida empezamos a negociar, una vez nos dijo el total contamos el dinero que llevábamos en las manos, lo que claramente daba un poco menos de lo que había dicho, volvimos a negociar esta vez en el precio final de la compra, luego de unos buenos minutos los vendedores accedieron a darnos el descuento, salimos rápido de la tienda antes de que se pusieran a hacer cuentas y cayeran en la cuenta de que el descuento que nos habían proporcionado podía ser divinamente de un 40 o 50% del valor inicial del producto, nos metimos entonces en la siguiente tienda, que realmente era un gran espacio que se había dividido en varias tiendas todas vendiendo lo mismo, ya habíamos pasado las artesanías y ahora estábamos en el palacio del azúcar, o eso es lo que decía el letrero, frente a nosotras como buenas chocolateras estaban en grandes estantes todos los chocolates de todas las marcas que se podía, también gomas, chicles y todos los dulces imaginables, trague saliva y contando el dinero que nos quedamos empezamos la busca por el dulce favorito de dos de los hombres más importantes en mi vida, besos de negra para mi hermano y alfajores para mi tío, una vez encontramos la tienda con el mejor precio trate de negociar un poco y luego de conseguir de nuevo una rebaja pague, esta vez el precio acordado. Con una sonrisa de oreja a oreja nos dispusimos a ir al lugar acordado cargábamos con grandes bolsas, pero si me fije bien en el camino de ida estábamos a sólo dos bloques del punto acordado.

En el primer piso de un pequeño edificio estaba el local de una de las hamburgueserías más conocidas del país, Presto se leía en un letrero rojo con letras blancas, dentro reconocimos a la maestra de química y al rector del colegio, dejando las bolsas en una de las sillas nos dejamos caer cansadas al lado de ellos.

– USHHHHH pero se compraron media tienda, ¿no? – se burló el director viendo las bolsas.

– De hecho somos muy buenas negociantes – le respondí cerrando los ojos y apoyando mi cabeza en el hombro de María.

– Pero que niñas, ¿cuánta plata les dieron sus familiares o qué? – pregunto Valeria llegando hasta donde estábamos, Daniela venía con ella.

– De hecho el total de todo no fueron más de que como 40 dólares – les dije alzando los hombros con diferencia.

– Lo de las dos, claro – aclaro María.

–¿Cómo carajos? – pregunto Daniela integrándose a la conversación.

– Sencillo. Empezamos a ver cosas, luego cogíamos lo que nos gustaba – empecé con la historia.

– Y negociábamos un descuento por sólo esa cosa, dado que íbamos a llegar muchas cosas, no sólo una – continuo Maria.

– Luego cuando llego el momento de pagar, negociamos para dar menos plata de la que nos pidieron.

– Y conseguimos así un descuento final – termine de explicar yo la historia, riendo con María viendo la cara de incredulidad en nuestras compañeras.

– Y.... ¿me acompañan a hacer las compras? – pregunto Daniela luego de un momento. Volvimos a reír.

Durante los siguientes 15 minutos en los cuales Maria y yo vimos 'la voz' iban llegando casi que de a parejas nuestros compañeros, Garret se había ido con Támara y Andrés, por otro lado Fernanda llego con Ariana y la coordinadora, sólo Maria y yo llegamos con bolsas, o con la cantidad de bolsas que teníamos, habíamos usado la plata para comprar cosas casi que para cada miembro de nuestra familia. Luego de comer Garret se nos unió ayudando a cargar con las bolsas, tendríamos que caminar unos bloques hasta el bus, sin quejas y con una buena charla llegamos hasta este. La mayoría caminaba lento, siendo la última noche juntos era de entender que no quisiéramos que se acabara, había sido definitivamente la mejor semana del año. De regreso a las Cabañas, empacamos las compras realizadas envueltas entre la ropa para que no se dañara. La comida fue un poco nostálgica dado que los dedicamos a hablar de los recuerdos que teníamos de infancia, con la mayoría de mis compañeros los había conocido desde que teníamos ocho años, a los otros los fui conociendo a través de la secundaria así que esos recuerdos eran una extensa lista, que al final de la cena consiguió hacer llorar a más de uno. No volver a verlos con la frecuencia a la que estábamos aconstumbrada iba a ser muy duro, y ahora me daba cuenta que no solo para mí. Esa noche Maria y yo terminamos llorando, abrazadas y prometiendo mantener una amistad que por ahora iba en diez años hasta que fuéramos abuelas.




Síndrome de la página en blanco - Finalizado-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora