Día 1

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Samuel

Eran las 10:30 mi hermano y yo ya habíamos llegado al campamento, yo no sé ni qué coño hacía allí, para sernos sinceros. No era mi estilo estar dos meses en un campamento haciendo de monitor, pero tampoco podía dejar que se encargará solo de todo esto.

El campamento se dividía en varios bungalows, uno era de enfermería, por si en el hipotético caso alguien se hiciese daño, que esperaba que no fuera el caso... Luego, había un bungalow grande, el cual en una parte están las habitaciones de las chicas, en el medio estaba mi habitación compartida con Mat, y después la otra era la de los chicos, el bungalow también tenía cocina, sus respectivos baños, tanto para mi hermano y para mí, como para los chicos y chicas.

Entramos a nuestra parte de habitación, colocamos las cosas de la maleta en los armarios y lo dejamos todo listo. Mateo fue a no sé dónde, así que aproveché para buscar mi tabaco.

Después de un rato buscando, encontré mi paquete de tabaco, y menos mal, porque ya estaba empezando a sospechar que me lo había dejado en casa, y no era plan...

Así que fui al porche y me encendí uno... Cuando escuché a mi hermano entrar...

Mierda

—Acabamos de llegar y ¿ya estás fumando? Es en serio... —Dijo poniendo los ojos en blancos.

—Estoy nervioso Mat, joder...

—Pues tranquilízate de otra manera, dame el puto cigarro, que esto va a oler a la mierda esa y no quiero que huelan eso.

Cuando le fui a contestar me lo quitó de la mano, puse los ojos en blanco y volví a la habitación, me siguió como si fuese mi sombra.

—Toma.

Me dio una hoja, a lo que yo arqueé una ceja.

—Samu, es la lista de las chicas, la de los chicos, la tengo yo, cuando nos acabemos de presentar, pasas lista...

"Mar Anderson
Charlotte Evans
Isabella Jones
Grace Smith
Sophie Williams"

Leí mentalmente, después asentí y bostecé.

—Vamos fuera, no debe quedar mucho para que empiecen a venir los críos.

Uy la palabra "críos" estaba empezando a arrepentirme de estar aquí,

mi mente empezó a imaginar a niños y niñas de seis años revoloteando por el campamento, chillando, sin hacernos caso, así que sacudí la cabeza.

"Mente fría, mente fría" me repetía en la mente una y otra vez antes de salir fuera.

Nos sentamos en el banco hasta que vimos entrar a un chico, cuando lo vimos nos pusimos de pie y le sonreímos.

—¡Hola!

—Hola, ¿qué tal estás? Si quieres ves sentándote que esperaremos a los
demás... —Le dijo mi hermano al chavalín con un tono super tranquilizante, no parecía que tuviera seis años, así que punto positivo.

Le temblaba la pierna, se notaba que estaba nervioso, poco a poco llegaron todos, al chico que había llegado primero se notaba que era el más pequeño.

Tosí para que nos escuchasen, ya que no paraban de parlotear entre ellos.

Me acabé de presentar cuando me fijé en la chica rubia del final, la que se colocaba el mechón que le tapaba la cara, colocándoselo detrás de la oreja.

Que guapa hostia...

No sabía que tenía esta chica, pero algo tenía, si era esa sonrisa que hacía que se le marcaran los hoyuelos o yo qué sé, así a ya de primeras se la veía frágil, como muy delicada.

Después de que Mat diera las indicaciones, ñas acompañé a su habitación, cuando acabé de explicarles las normas y de hacerle un pequeño repaso a la chica rubia, salí fuera a ponerme el bañador, dejé la lista en mi cama, me cambié, y cogí mi libreta.

Esa libreta era como un diario, el cual empecé a escribir a partir del día en que mi vida cambió, aparte no llevaba buena racha, así que eso me ayudaba a desahogarme, escuché los pasos de mi hermano, así que guardé en el primer cajón la libreta.

Mateo se cambió y antes de que saliese por la puerta lo cogí del brazo.

—¿Qué haces Samuel?

—Me dijiste que iban a ser críos... —Le dije remarcando la última palabra.

—Para mí son críos, joder tienen entre catorce y diecisiete años, joder, no tienen más, y yo este año ya hago veintitrés.

Me puse una mano en la frente...

—Samuel conozco esa cara, ¿qué cojones pasa?

—Nada, nada...

En ese momento me vino la imagen de la chica rubita que se colocaba el mechón detrás de la oreja.

—Espero que no suponga un problema para ti y para tus hormonas, el hecho de estar con chicas de catorce y dieciséis años, porque si lo es ahí tienes la puerta Samu. —Me dijo con un tono seco y cortante.

—No joder, no lo es...

—Pues mantente calmado y vamos fuera.

Esperamos en el patio central a que salieran todos y nos fuimos hacia la playa, de camino me quede hablando y haciendo bromas con Mar, creo que se llamaba...

Y sin mentirnos, de las chicas más guapas y espectaculares que había visto a lo largo de mis dieciocho años de vida, aunque había que recalcar que le sacaba un par de años y eso tenía que mantenerlo presente.

Amor de verano en Noosa Shire [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora