Día en Sunshine Coast

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Mar

Samuel nos tocó la puerta, todas nos miramos y fuimos saliendo una por una para ir a desayunar, yo fui la última en salir, como siempre. Con su pelo despeinado y apoyado al marco de la puerta me dijo:

—Buenos días, rubita...

Virgen santa... Vaya puto dios griego

A lo que yo le respondí:

—Buenos días, ricitos...

Nos sonreímos mutuamente y fuimos a desayunar, desayuné un Nesquik fresquito con dos magdalenas...

—Chicos daros prisa que tenemos que volver a ir en autocar, nos espera el chofer de aquí veinte minutos...

—Mateo el trayecto no será tan largo como el de ayer ¿verdad?

—Ni mucho menos Sophie, estaremos una media horita en el autocar hasta llegar a Sunshine Coast, una vez allí, pasaremos creo que una noche, y mañana por la tarde noche volveremos, así que coged la mochila con un poco de ropa, lo antes posible por favor, no quiero hacer esperar al chofer.

Gracias a Dios, llegamos a estar un rato más ayer en el bus y me muero...

Literalmente fuimos todos corriendo a preparar la bolsa y cambiarnos, una vez listos, llegamos al autocar.

Me senté al lado de Mateo, ya que ayer detrás me mareé, Samuel se sentó en el otro lado, Mateo y yo hablamos durante todo el camino, era todo lo contrario a Samuel, un chico precavido, sólo hacía lo que estaba en los planes...

Llegamos a Sunshine Coast en poco más de media hora.

—Chicos ahora iremos a los bungalows a dejar nuestras cosas, y luego os diremos que tenemos previsto hacer...

Y así lo hicimos.

—Vale ahora nos espera unos monitores que nos enseñarán lo básico del surf y explicarán un par de cosas más, para poder subirnos a una tabla correctamente y no partirnos la crisma.

Al escuchar la palabra "surf" mi mirada se fue a Samuel, y él hizo lo mismo, nos miramos y nos sonreímos mutuamente. A lo que sentí una especie de mariposillas en el estómago...

—Cuando acabemos de hacer surf, nos iremos a unas cascadas que hay por allí al final, después volveremos para comer.

Todos seguimos a Mateo y Samuel, nos pusimos los trajes de agua para hacer surf, llegamos a donde estaban los monitores.

—¿Alguien practica o tiene algún conocimiento sobre el surf?

Levanté la mano, todos se me quedaron mirando, "qué vergüenza..." Pensé cuando tenía los ojos de todo el grupo mirándome.

—Yo

—Genial... —Me sonrió, tenía los dientes perfectos y una sonrisa encantadora.

¿Y si me giro a ver a Samuel?

No sé por qué, pero me giré a ver a Samuel, noté como su expresión facial cambió, después me volví hacia el chico, todas las tablas ya estaban pulidas menos la mía.

"¿Celoso Samuel?" Pensé nada más fijarme en sus facciones bien marcadas, lo cual eso significaba que no estaba tan relajado como quería hacía parecer.

¿Pero por qué se podría poner celoso?

Entramos a la cabaña donde estaban las tablas, como no, entre la última y eso tuvo la consecuencia de que me tocase la única tabla que no estaba pulida.

—Perdona, pero acaba de irse unos chicos de otro campamento y se me ha pasado pulir la
tabla... —Me dijo el monitor que estaba a cargo de la sesión de surf de hoy

—No te preocupes en serio...

En ese momento entró Samuel.

Nada más ver a Samuel entrar por la puerta, mis dudas de si estaba celoso se confirmaron, "¿a dónde tan celoso Potter? " Pensé.

—¿Qué tal? ¿Ocurre algo? —Le dijo a Samuel

—Bien, no, no perdona, venía a ayudarla a pulir la tabla, puedes ir de mientras con el resto de chicos, así no pierdes la hora...

—Genial

El chico salió de la cabaña, cogí la tabla y la dejé en el suelo, busqué la lija y empecé a pulir la tabla, Samuel se sentó a mi lado y me la sujetaba.

—Venga que te ayudo

—Aguantamela por favor...

—Claro

Una vez que acabamos, vi a Samuel ponerse su traje de agua, me puse el mío también, y juntos salimos a surfear, nos dijo el chico que nos podíamos ir a la zona de la gente que sabía, y así lo hicimos.

Pillamos unas olas perfectas, combinábamos genial en el agua.

Un rato después, cuando ya estábamos cansados nos sentamos en las tablas y vimos a los demás intentar hacer surf, era muy gracioso ver como se caían, aunque el chico tenía mucha paciencia, salimos del agua y fuimos con los demás.

Cuando se nos acabó el tiempo, nos despedimos del chico, se llamaba James, y era una mezcla entre Mateo y Samuel, no parecía mal chico y por lo poco que hablamos pude notar el buen corazón que tenía.

Me contó acerca de cómo empezó a hacer surf, por su padre, él le metió en este mundo y tras su muerte se lo prometió que no abandonaría el surf, casi me puse a llorar cuando me lo acabo de contar.

Llegamos a la cabaña, comimos, reímos, descansamos, cuando Mateo empezó a hablar:

—Chicos ahora cogeremos las bicis del porche y daremos una vuelta para ver cómo atardecer mientras estamos en la cascada...

No me podía parecer mejor idea, así que, fuimos hacia el porche y cogimos las bicicletas.

Samuel y yo pedaleábamos suave, estábamos hablando y contándonos cosas, conociéndonos un poco más, mientras veíamos como el sol caía y atardecía, en cambio, Mateo les decía a los chicos que no se dieran tanta prisa.

Era precioso el cielo, el ambiente, hablar con Samuel, escuchar a Mat...

Al final llegamos todos a la vez,

dejamos las bicicletas al lado de la parte baja de la cascada, mientras nos caía el agua veíamos como el cielo se ponía con tonalidades rosas, anaranjadas y amarillas, nos metimos en el agua, hicimos guerra de caballitos, nadamos y disfrutamos de ese bonito espectáculo de la naturaleza, era espectacular.

Cuando ya era casi de noche volvimos, hicimos la cena todos, era muy divertido hacer la cena todos junto, después nos fuimos a las habitaciones, aunque yo me quedé en el porche, más o menos deberían ser las once de la noche, estaba sentada viendo las estrellas cuando escuché unos pasos, era Samuel, llevaba un cigarro en la mano, me sonrió y encendió su cigarro, se sentó a mi lado.

¿Podía ser más atractivo este hombre?
Definitivamente no...

Amor de verano en Noosa Shire [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora