La mosquita muerta

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Mar

No tenía ganas de verlo así que cuando me iba a unir al resto me llamo Max.

Verás tú...

—Oye Mar, te llamaba así ¿no?

—Si, Max dime...

Nos apartamos del grupo, cosa que hizo ponerme más nerviosa aún, ya que si nos apartabamos, era algo importante o privado para no contarlo delante de todos, todos menos Olivia y Samuel, claro, que charlaban en la otra punta.

—Quiero decirte que tengas cuidado con Olivia, es decir, parece un ángel y todo lo que tú quieras, pero no lo es, y se ve que le ha gustado Samuel... Y cuando tiene un objetivo, no para hasta conseguirlo...

—¿Cómo sabes tanto?

—Es mi hermana...—Me dijo bajando la

cabeza— Ella y Jacob son iguales...

Te doy mi pésame, porque vaya tía...

—Gracias por el consejo...

"Lo sabía, lo sabía..." Pensé.

Nos pasamos toda la tarde contándonos cosas y eso hizo que se me olvidara todo, hasta que los vi riendo a ellos también en una esquina.

Hicimos la cena y me volví a sentar para cenar al lado de Mateo, hablé con él de todo tipo de temas menos el de Olivia, tampoco lo notaba a gusto desde su llegada, nadie estaba cómodo desde su llegada junto con su otro hermano.

Quitamos los platos y me fui al porche, me hice un moño, e intenté canalizar mi energía al lado positivo, inspiré y expiré varias veces, el yoga me había ayudado a canalizar, y menos mal... Porque si no...

Samuel entró luego, no le dije nada, me deshice el moño, él tampoco dijo nada... Simplemente se sentó a mi lado... y nos quedamos en silencio.

Ese silencio para mi sorpresa fue cómodo, notaba como poco a poco la tensión acumulada durante todo el día se iba liberando de mi cuerpo...

—Tenemos que hablar... —Me dijo mirándome a los ojos.

¿Ahora sí, no?

Cuando le iba a contestar entró Olivia, "que pesada eres" pensé.

—Estoy harta, me voy a surfear...

—Cuídate rubita...

—¿Oye eso se puede hacer?

—Ella sí puede...

Me sonreí a mí misma al ver que todavía no lo había "perdido" del todo, pero después todo lo de hoy, servían realmente poco esas palabras.

Corrí y cogí las mejores olas de mi vida, increíble, esa sensación del viento en mi cara,

la adrenalina, todo era brutal, necesitaba tanto ese momento de desconexión...

Cansada física y sobre todo mentalmente después de un rato surfeando salí del agua... Me senté en la tabla, tenía la corazonada de que iba a venir, y lo hizo, se sentó a mi lado y juntos vimos el amanecer.

—¿Nos secamos y hablamos?

Opté por no sacar el tema y disfrutar de las vistas, así que me sequé con la toalla, después extendimos las toallas y fue él quien empezó a hablar.

—Oye perdona rubita...

—No hay nada que perdonar, ya está.

—Joder... No me lo estás poniendo fácil...

Cogí aire y lo expulsé todo lo que me llevaba guardando todo el día.

—¿Así? Te crees que para mí ha sido fácil ver cómo se te caía la baba con ella y me ignorabas... Porque es a lo que te has dedicado a hacer durante todo el día, un cómo estás, has dormido bien, no hubiera estado mal... pero bueno que ya veo por donde vas...

—Yo... No quiero perderte....

—Entonces no vas por buen camino Samuel...

Recogí mis cosas y me levanté del lado de Samuel.

Escuché cómo empezó a llorar, y eso me puso peor, volví al porche y ella seguía estando.

—¿Ay que te pasa?

Estaba hasta el mismísimo gorro, no llevaba conviviendo con ella ni 24 horas y no la aguantaba más.

—Escúchame, no te me acerques, no vayas de buenas intenciones porque sé que no las tienes, vas de mosquita muerta y no lo eres, ¿me has oído? Déjame en paz, olvídame, convive con el resto, pero a mí déjame.

Y ahí salió mi mal carácter, heredado de mi madre.

—Bueno a ver se queda con Samuel a final de mes...

—¿Pero qué coño dices tía? Samu no es un trofeo que se pierde o se gana, es una puta persona con sentimientos, empecemos por ahí.

A esta mujer no le acaban de conectar bien las neuronas...

Amor de verano en Noosa Shire [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora