[CAP1] La despedida de soltero

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La temperatura del agua era ideal, la piel le escocía en ganas y sus dedos estaban listos para la acción. Pero por mucho que lo intentó, no logró mojarse, no de la forma en que estaba buscando.

—¡Joanna, termina de bañarte de una buena vez!

La chillona voz de Alicia —su mejor amiga— gritándole desde la sala del apartamento, la desconcentró haciéndola rabiar. Tenía meses sin buen sexo y su cuerpo estaba pidiendo a gritos un orgasmo.

Desde que se había mudado a Barcelona no había tenido suerte con los hombres. O eran muy básicos que daban flojera, o eran unos cabrones que por muy buenos que estuviesen, provocaba cotarles las pelotas. Luego estaban los que la juzgaban por ser stripper. A esos los mandaba al demonio, y si la trataban como una cualquiera, los enviaba mucho más lejos.

A veces se martillaba la cabeza pensando que era ella la del problema. Luego se le pasaba recordando que lo de enamorarse, casarse, tener hijos y ser felices comiendo perdices no iba con ella. No creía en todo el asunto de que todos tenemos una media naranja en algún rincón del planeta unidos por una especie de hilo rojo convenientemente invisible. No conocía a la primera persona que no hubiese sufrido por amor. Por eso, desde muy pequeña, había decidido que no se enamoraría. Tenía demasiados planes como para arruinarlos por un romance.

—¿Qué tanto haces en la ducha, mujer? Vamos a llegar tarde.

Que Alicia entrase al baño terminó por reventar la frágil burbuja de inspiración. Era inútil, por muchas ganas que tuviese de masturbarse, no lo conseguiría esa noche. Ningún pensamiento lograba estimularla.

—La despedida no es hasta las 10. Aún tenemos dos horas —recalcó disimulando la frustración. Su amiga no tenía la culpa.

—Lo sé, pero tardas demasiado en ponerte esa ridícula peluca azul —replicó Alicia pintándose los labios frente al espejo del baño.

—¡Hey! —Le reclamó Joanna rodando la cortina de la ducha para asomar la cabeza con su castaño cabello recogido en un moño para no mojárselo— No te metas con mi peluca, me ayuda a esconder mi verdadera identidad.

El tonito misterioso hizo que Alicia rodase los ojos.

—Te desnudas por dinero, cariño. No eres la mujer maravilla —apuntó terminando de retocarse el maquillaje antes de volverse a su amiga—. ¿Qué tal me veo? ¿Acorde para la despedida de soltero de un guiri ricachón?

Joanna la miró de arriba a abajo. Alicia era rubia, muy delgada, casi tan alta como ella y de poco pecho. Tenía el cuerpo de una modelo de revista, y llevaba un sexy conjunto de lencería rojo con transparencias. Pequeño y ajustado, como a esta le gustaban.

—Pareces un ángel de Victoria Secrets. El novio va a botar la baba contigo.

—No lo creo —objetó la rubia regresando a su reflejo en el espejo para arreglarse el flequillo—. Según el padrino de la boda, que es quien nos contrató, al novio le gustan pechugonas y con curvas, cariño —dijo mirando a su amiga de reojo. Dejando en claro que sería ella la encargada de bailarle al susodicho esa noche—. No una escoba huesuda como yo.

Joanna le miró con aprensión, no le gustaba cuando se menospreciaba de aquella forma.

—Ya sé, ya sé —refunfuñó Alicia sintiéndose regañada—. Pero si tuviese tus caderas, o tan solo la mitad de tus pechos...

—Dejarías de ser tú y arruinarías tu futuro como modelo —recalcó la castaña regresando a la ducha para terminar de quitarse el jabón del cuerpo.

—Podría ser modelo plus-size y trabajar para ti cuando seas una diseñadora famosa —propuso imaginándose en las grandes pasarelas.

—Para eso primero tengo que...

ROSA AZULDonde viven las historias. Descúbrelo ahora