Aquel martes siguió su curso a pesar de lo sucedido. Joanna se enfocó en su trabajo para no pensar en Angelo, mientras que este había regresado a su oficina con paso firme y mal humor.
Llevaba dos horas encerrado con Samuel y Javier tratando de tomar decisiones sobre el nuevo proyecto habitacional que querían presentar a la gobernación. El único problema era que no estaba prestando atención. Su cabeza estaba en otro lugar no muy lejos de allí.
—¡Hey, Angelo! —le llamó Javier Soto, el ingeniero civil de la constructora, viejo amigo de ambos hombres, e invitado en aquella despedida de soltero que había dado inicio al más hermoso calvario del arquitecto—. Es la tercera vez que te pregunto qué te parece mi idea de trabajar con materiales sostenibles.
El ojiazul se obligó a salir del letargo consiente de que se había distraído.
—Eh... sí, sí. Ya te había dicho que estaba de acuerdo. De hecho, ya he trabajado en algunas ideas en base a ello —informó sacando un par de bocetos de planos a medio terminar—. Es un vago comienzo, pero es algo. ¿Qué opinan?
Javier y Samuel se inclinaron sobre el escritorio al mismo tiempo para tener un mejor campo visual de los planos. Para ser bocetos no terminados estaban muy bien hechos. Angelo había cambiado con los años, pero no dejaba de ser el mismo perfeccionista de siempre en su trabajo.
—Me gusta —admitió el rubio sin apartar la mirada.
—Sí. Podemos comenzar con esto —concordó Javier.
Angelo asintió escuchando las propuestas del ingeniero de altura media y castaño cabello corto. Y aunque estaba interesado en ellas, de un instante a otro volvió a perderse en sus pensamientos. Si se concentraba podía escuchar la voz de Joanna diciéndole que no lo había buscado por falta de interés, porque no quería nada de él. La posibilidad de que hubiese dicho la verdad lo estaba carcomiendo por dentro. Se negaba a creerlo.
—Angelo... ¡Angelo! Wake up! —le llamó Sam esta vez.
El ojiazul reaccionó elevando la mirada como quien estaba prestando atención, aunque fuese mentira.
—¿Quedamos así? ¿Trabajarás en los planos definitivos para que Javier y yo podamos hacer nuestra magia en ellos luego?
—Sí, los tendré listos la semana que viene sin falta.
—Muy bien —dijo Sam viendo su reloj—. Entonces los dejo. Tengo una cita en media hora.
—¿Una cita? —preguntó Angelo como a quien despiertan abruptamente y sin anestesia.
—Yeah, well... no es una cita como tal. Pero invité a Joanna a almorzar.
—Es una cita —aseguró Javier con una sonrisa traviesa.
—No es una cita —impuso Angelo mirando al ingeniero con aprensión, ocasionando que ambos amigos se extrañasen por su repentino cambio de actitud—. Es lo que él ha dicho... —agregó al final en un intento restarle importancia a su impulso. Él mismo se había quedado un poco sacudido con su reacción.
—Sí... solo somos amigos —corroboró Sam escrudiñando a su mejor amigo. Tanto cambio emocional en dos días lo tenía preocupado. Algo estaba pasando con él—. Pero quien sabe... tal vez seamos algo más en un futuro.
La socarrona sonrisa de Samuel irritó a Angelo haciéndole apretar el puño bajo la mesa.
—No te hagas muchas ilusiones —soltó con seriedad—. Podrías sorprenderte al final.
Ni Samuel ni Javier entendieron a qué se debía aquel comentario que había sonado más bien a una advertencia.
—Será mejor que me vaya —dijo el rubio zanjando el tema—. Los veo luego.
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ROSA AZUL
RomantiekLa despedida de soltero de Angelo Rossi -uno de los arquitectos del momento en Barcelona- es el último lugar donde este desea estar. Sin ganas de fiesta, ni razones para celebrar la farsa que está viviendo, acude por compromiso sin ánimo de dar expl...