[CAP3] El boceto

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Ciutat Vella era el barrio más antiguo de Barcelona. Consistía a su vez de cuatro zonas: Raval, el Gótico, Santa Caterina y La Ribera (Born). Era conocido por su vida callejera con encanto, sus calles estrechas, sus bares y restaurantes bohemios, las pequeñas galerías de arte, las tiendas de diseñadores locales, y los mercados de comida fresca.

Angelo había comprado un sencillo piso en el Gótico hacía varios años atrás, lo había remodelado con un estilo industrial minimalista, y ocultaba la existencia de este como si fuese su más preciado tesoro.

Aquel apartamento lleno de arte era su escape. Su rincón privado cuando quería olvidarse de todo y de todos. Ni si quiera Samuel, o su futura esposa, sabían de él. No solía llevar mujeres, no solía llevar a nadie. Excepto por esa noche. Esa noche le abriría el rincón más reservado de su vida, a Nina.

Aparcaron dónde pudieron, y caminaron de la mano por las estrechas calles del Gótico hasta el umbral del edificio. Angelo la dejó pasar adelante, se subieron al pequeño ascensor de dos por dos, y apenas empezaron a subir, se le acercó con la promesa de una apasionada noche en la mirada.

Se pegó a ella lentamente, sintiendo como se tensaba ansiosa mientras la distancia entre sus cuerpos desaparecía. Buscó sus manos con suavidad, acarició sus palmas, jugó con sus dedos entre los de él, y cogiéndole de las muñecas le subió los brazos despacio por encima de la cabeza, clavándola contra la pared del ascensor sin apartar la mirada de sus carnosos labios. Juntó sus rostros, aspiró su aliento y su exquisito olor a rosas lo embriagó. La deseaba con locura.

Ella vibró sintiendo que se derretía, y cerró los ojos dejándose envolver. Jadeó sedienta cuando los labios de Angelo rozaron los suyos, y su respiración se agitó cuando las grandes y tibias manos de este empezaron a deslizarse por sus brazos, bajando por sus costados, apretando sus curvas, llegando a sus caderas y un poco más abajo para apretarle las nalgas. Gimió creyendo que le daría un infarto, pero el muy seductor le besó finalmente haciéndole ahogar el placer contra su boca.

Ambos exhalaron fuerte y pesado, como cuando se satisface a una dolorosa necesidad. Estaban hirviendo en ganas, pero aun así se besaron con calma. Chupándose los labios el uno al otro, tomándose el tiempo para saborearse y gozar del húmedo encuentro de sus lenguas.

Angelo no podía creer lo divina que era la boca de aquella mujer, mientras que ella alucinaba con la forma tan lasciva y a la vez tan dulce en que besaba un ángel como él.

Joanna jadeó empezando a sentirse sofocada, él regresó hasta sus manos, entrelazó sus dedos con los de ella y le bajó los brazos con la misma velocidad que se los había puesto en alto. Le gustaba su disposición a dejarse hacer. Y él planeaba hacerle muchas cosas.

Las puertas del ascensor se abrieron directamente en el piso de Angelo, sus bocas se separaron, pero no sus miradas. Él la llevó fuera del elevador, y cuando las puertas de este se cerraron, la jaló de regreso contra su cuerpo, colocando las manos de la chica alrededor de su cuello.

Ella le rodeó apretando su nuca y acariciando su cabello. Se empujó contra él sintiendo la firmeza de su pecho, y lo besó buscando más de ese fuego líquido que bajaba por su garganta cuando se comían las bocas.

Un gutural quejido de gozo emergió de Angelo sin decoro alguno, respondió a los carnosos labios de su demonio, y exigiendo más de ellos la llevó contra la pared del recibidor. La escuchó quejarse con placer, le mordió los labios, y cuando esta le jaló del cabello, gruñó soltando su boca. Ella sonrió traviesa y desafiante, él le abrió las piernas con una suya en respuesta, le subió la minifalda con un solo jalón, y acariciándole el muslo subió directo a su sexo, apretando por encima de sus mojadas bragas. Relamiéndose de gusto por descubrir lo carnosa que era.

ROSA AZULDonde viven las historias. Descúbrelo ahora