El lunes por la mañana Angelo amaneció con los brazos vacíos. Se quejó al sentarse por lo incómodo de haber dormido en el sofá toda la noche, y miró alrededor buscando a Joanna, pero esta no estaba. La buscó en el baño y en el segundo piso, pero no la encontró, no había rastro de ella. En su lugar encontró una nota.
"Buenos días. Disculpa que me vaya sin avisar, pero no quise despertarte y tengo que volver a casa para arreglarme. Ambos tenemos una empresa que dirigir. Gracias por el día de ayer. Nos hacía falta. Un beso... Johanna"
Se tomó un segundo para recordar la noche anterior y una brillante sonrisa apareció en su rostro. Joanna lo quería, su rosa azul lo quería. Aquel pensamiento le tendría de buen humor todo el día.
Vio la hora en su reloj, era temprano. Se dirigió a su habitación, se dio un baño, se alistó y despertó a Lucía para que hiciera lo mismo. Tenía que llevarla al colegio.
Le mandó un mensaje de buenos días a Joanna camino al trabajo, pero esta no respondió. Le pareció extraño, pero supuso que estaba ocupada. Llegó al edificio Rossi, aparcó en su reservado del estacionamiento y le mandó otro mensaje, pero igual que antes, no obtuvo respuesta.
Le hubiese gustado ir a la oficina de la castaña para verla y hablar con ella, pero tenía una reunión con Samuel y Javier que no podía esperar. Tenían mucho trabajo esa semana.
Subió a las oficinas de la constructora con una achispada sonrisa en el rostro que levantó miradas al pasar. Angelo no era un hombre amargado o de mal carácter, pero hacía mucho tiempo que no desbordaba tanta ligereza al andar.
Se encontró con los susodichos en la oficina de Sam, les presentó los planos que había prometido la semana pasada, y juntos estudiaron el proyecto a fondo por horas. Tomaron decisiones, hicieron cambios y establecieron un plan de trabajo que fuese funcional para todos. Aquella mañana había resultado ser de las más productivas que habían tenido en años, y los amigos del arquitecto no eran tontos, sabían que tenía que ver con su agradable cambio de humor.
Javier se marchó para empezar a trabajar, dejando a Samuel con la tarea de averiguar lo que había detrás de la imperceptible pero brillante sonrisa de Angelo.
—¿Algo más que quieras contarme?
Angelo le miró sin comprender mientras recogía los planos.
—No... ¿Por qué lo preguntas?
—Porque algo parece estar mal con tu cara.
Él sonrió sintiéndose expuesto, como quien saborea un secreto maravilloso.
—¿Qué tiene mi cara?
—That!... —señaló su rostro—. Hacía mucho que no sonreías así. ¿Qué tienes?
—Ya te lo dije, nada en especial.
—Hum... —Sam no era tonto, era obvio que Angelo no quería contarle. Lo que ya no le extrañaba. Y desde su cumpleaños, no dejaba de darle vueltas a las incógnitas que Linett le había metido en la cabeza.
—Voy a salir a cenar con Joanna esta noche —soltó esperando ver la reacción del arquitecto.
A este le cambió el semblante en cuestión de segundos.
—No muestres tanta felicidad por mi... —bromeó el rubio notando el brusco cambio.
Angelo disimuló rápidamente.
—No es eso... Es que tenía entendido que ella no estaba interesada.
—¿Quién te dijo eso? —inquirió Samuel cruzándose de brazos.
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ROSA AZUL
RomanceLa despedida de soltero de Angelo Rossi -uno de los arquitectos del momento en Barcelona- es el último lugar donde este desea estar. Sin ganas de fiesta, ni razones para celebrar la farsa que está viviendo, acude por compromiso sin ánimo de dar expl...