Julio 2021
Angelo Rossi repetía la misma rutina todos los días desde hacía siete años. Se levantaba temprano por la mañana y corría dos kilómetros por el Parc de la Ciutadella. Desde el Arc de Triomf hasta la zona más al sur del parque, repitiendo el recorrido en dirección contraria hasta que daban las siete. Volvía a casa, se daba un baño, desayunaba y se alistaba para empezar el día.
Solía respetar dicha rutina de forma casi religiosa porque, además de mantenerle en forma, le ayudaba a despejar la mente. Pero no aquel lunes. Aquel lunes había roto la rutina para encontrarse con Carlos, un viejo amigo de su padre y de la familia.
Sentados en un banco hablaron del fuerte calor que se avecinaba ese verano, de política y otras cosas. Y aunque a simple vista Angelo parecía el de siempre, el psicólogo de 52 años sabía que no lo era. Al menos no desde hacía un tiempo.
—¿Me piensas decir en algún punto de la conversación la verdadera razón por la que me has citado en este parque a las siete de la mañana? —preguntó el hombre de canoso cabello.
Angelo lo miró de reojo sin responder. Como si no supiese como entrarle al tema.
—Has vuelto a soñar con ella... ¿Cierto? —supuso Carlos sin darle más vueltas al asunto. Reconocía la mirada desconsolada que se le ponía al arquitecto cuando pensaba en esa mujer—. Es la tercera vez en lo que va de mes.
—Lo sé —admitió Angelo—. Últimamente no duermo bien. Debe ser por eso.
—No duermes bien hace muchos años, Angelo. No lo uses como excusa.
Él no dijo nada al respecto. Se removió en el banco del parque y bebió un poco de agua buscando que esta le bajase el nudo que tenía atravesado en el pecho desde la madrugada.
—¿Has podido hablar con Nora? —preguntó el hombre cambiando el tema.
—No.
—¿Por qué? La última vez que nos vimos parecías decidido. ¿Qué te detiene?
Angelo inspiró con cansancio.
—Es complicado.
—¿Cuándo no lo es? —recalcó Carlos con una sonrisa comprensiva—. Sé que arriesgas mucho con un divorcio —continuó—. Y te entiendo, sé que no es fácil. Pero ya hemos hablado de esto. No puedes seguir viviendo en una farsa que te ha hecho perderte a ti mismo. Yo que te conozco desde que eras un crío, no te reconozco.
El arquitecto resopló casi divertido con aquello último.
—Si me pagaran por todas las veces que me dicen algo parecido.
—Tal vez debas empezar a escuchar.
Angelo le miró sin opinar.
—Sé que te he dicho esto antes, pero esta vez te lo digo como tu amigo y no como psicólogo. Han pasado siete años, Angelo. ¡Siete años! ¿No crees que es tiempo de pasar página? ¿De olvidar a esa mujer?
Este siguió sin responder.
—Sabes lo que pienso sobre la rosa azul, como tú la llamas.
—Por eso dejé de ir a tus consultas.
—Y aun así me llamas cada vez que sueñas con ella.
—¿Qué quieres que te diga? —soltó sintiéndose presionado—. No es como que yo quiera seguir pensando en ella.
—¿Y no es así? —replicó Carlos—. No has pensado que, tal vez, no es su recuerdo el que se niega a irse, sino tú el que no lo deja marcharse.
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ROSA AZUL
RomantikLa despedida de soltero de Angelo Rossi -uno de los arquitectos del momento en Barcelona- es el último lugar donde este desea estar. Sin ganas de fiesta, ni razones para celebrar la farsa que está viviendo, acude por compromiso sin ánimo de dar expl...