[CAP11] Un solo día

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La mañana llegó pesada después de una interminable noche sin poder dormir. Angelo se había pasado las horas echado en su cama viendo al techo mientras revivía la discusión con Joanna una y otra vez en su cabeza.

Ninguno de los dos había olvidado al otro, y aunque se sentía bien haber sacado todo el veneno de su pecho, ya no importaba, nada importaba. Sus vidas habían cambiado y ya no eran los mismos. Estaban llenos de rencor y desengaño. Se habían vuelto a cerrar con los años, tanto, que esta vez, aunque pudiesen sentir la misma conexión entre los dos, no podían simplemente ceder a ella. Estaban a la defensiva.

Salió a correr temprano como todos los días, y regresó a la hora de siempre para despertar a Lucía, alistarse, desayunar y llevarla al colegio. Se encaminó a la oficina agradeciendo que ya no hubiera camiones obstruyendo la entrada del estacionamiento, y justo al bajarse de la camioneta, sonó su móvil. Era Nora.

—Hasta que aparece la reina de España —soltó con sarcasmo al atender la llamada— ¿No podías haber llamado hace una hora cuando estaba con la niña? ¿Tan difícil te resulta hablar con tu propia hija?

—Buenos días Angelo. ¿Cómo estás? Yo bien, gracias por preguntar —respondió la esposa del arquitecto al otro lado de la llamada desde Francia.

Angelo resopló incrédulo. Nadie mejor que él entendía las razones de Nora para haber cambiado tanto con los años, pero la indiferencia de esta pasaba los límites de su entendimiento algunas veces.

—Ve al punto, Nora —exigió camino al lobby del edificio.

—No he llamado para discutir —aseguró la delgada mujer de cabello color caramelo mientras se tomaba un café en el balcón de su habitación de hotel—. Te llamo para que hablemos del divorcio... Sé que lo deseas desde hace tiempo. Te conozco.

Él respiró hondo sintiéndose expuesto. Saludó a los recepcionistas del edificio con un gesto, pasó por los torniquetes de control con su respectiva tarjeta de acceso y siguió de largo dejando el ascensor atrás. Cruzó la puerta que daba al área de talleres y almacenaje, asegurándose de que no hubiese nadie en el pasillo para seguir la conversación.

—Sí, y también sabes que no me gusta hablar de asuntos tan delicados y personales por teléfono —le recordó sereno. Sin saber que, desde el interior del taller de producción Cano, la mismísima Joanna le había reconocido la voz y se encontraba muy cerca de la puerta escuchando.

—Solo quería estar segura de que es algo que ambos deseamos antes de proceder —expresó Nora. El tema era delicado para ambos. Habían pasado por mucho y, aunque las cosas no habían funcionado como hubiesen querido. El cariño que tenían el uno por el otro no desaparecería de la noche a la mañana

Angelo respiró hondo con la mirada perdida en el fondo del pasillo. La cafetería no abría aún sus puertas esa mañana, y vaya que necesitaba un café o una cerveza en ese momento.

—No pretendo lastimarle, Nora. Lo sabes —aseguró él.

—Lo sé. Así como sabemos que nuestro matrimonio fue el peor error que pudimos cometer. En su momento nos pareció la mejor opción, pero las consecuencias hablan por sí solas. Por eso quiero estar segura de que estamos en la misma página.

El arquitecto se tomó un segundo para responder. Recuerdos de aquellos meses antes de casarse regresaron a él como una ola desagradable llena de emociones.

—Lo estamos.

Nora resopló aparentemente aliviada, y por un corto instante, ninguno dijo nada.

—Supongo que cuando regrese a Barcelona lo primero que haremos será empezar con el papeleo del divorcio —soltó ella rompiendo el silencio.

—Me parece lo más sensato. Cuanto antes terminemos con esto, mejor será para ambos —concordó Angelo.

ROSA AZULDonde viven las historias. Descúbrelo ahora