Capítulo 36

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-Alexa, cariño. Tienes que ser buena y no decir nada, ¿de acuerdo?
Esta tocando mis piernas y yo aprieto mis ojos muy fuertes. No quiero que se enoje conmigo, pero no me gusta que me toque. Quito mi pierna y siento un golpe en  mi mejilla
-Alexa, tienes que portarte bien. No vuelvas a hacer algo como eso.
-Alexa!. Alexa…

Lexy

-Alexa!- empiezo a recobrar el conocimiento.
Huele mucho a humedad y me duele mi cabeza, empieza en una pequeña punzada y después duele más, siento como si me fuera a estallar. Recuerdo haber recibido un golpe y después desmayarme.
-Alexa.. Sé que estas despierta, cariño- esa voz me resulta demasiado familiar, pero no puedo recordarlo. Si lo intento demasiado mi cabeza duele de nuevo.
Abro poco a poco los ojos, está oscuro todo, solo hay una luz tenue de una lámpara de luz led que parece estar a punto de apagarse. Este lugar es como una construcción abandonada. Todo está vacío y oscuro, los lugares donde debería haber ventanas son simplemente huecos enormes en las paredes.

Hace frio y tengo miedo. Sigo intentando encontrar alguna pista que me diga qué lugar podría ser este, volteo a todos lados y solo hay más de lo mismo. El aire helado entra por las ventanas, cuando regreso mi vista hacia la mesa de madera que se encuentra debajo de la lámpara, el está ahí, recargado en la mesa, levante la vista y me encontré con su mirada.

Si pensé haber sentido miedo en algún momento de mi vida, estuve muy  equivocada. El miedo que sentía en ese momento superaba, por mucho, a todo lo que había sentido antes. Fragmentos de mi infancia regresaron a mi mente. No todo era claro, pero si lo suficiente para saber que no saldría con vida de ahí.
-Despertaste, princesa.
Su voz era la misma de mis sueños. No podía moverme, no podía pensar, no podía hablar. El miedo me había paralizado, aquella vez mamá me salvo, pero hoy no había nadie que me ayudara. Nadie sabe donde estoy.
-Alexa, tienes que portarte bien y saludar a papá.- su sonrisa fue más aterradora que sus palabras- no puedo creer que tu madre no te haya enseñado modales, pero que modales podría enseñarte esa perra cuando ni siquiera se tentó el corazón para dejarme en la calle después del divorcio.

Se levanto y empezó a caminar hacia mí, su sonrisa de lado y sus pupilas dilatadas gritaban peligro por todos lados. No sabía qué hacer, no quiero hablar pero tal vez no hacerlo sea peor.
-¿Porque estoy aquí?- a veces me arrepiento de no tener una buena conexión entre mi mente y mi boca, también de no tener filtro y siempre decir las cosas como lo pienso. Hoy es una de esas veces, creo que tener Una actitud de desprecio hacia él no me ayudara en nada, pero ese sentimiento es el único que tengo por él, además no creo salir viva de esto.
-¿Acaso no me extrañaste? Yo si lo hice, tenía que verte- se acerco a mí y me acaricio la mejilla, intente levantar la mano para alejarlo y fue en ese momento que me di cuenta que estaba amarrada a la silla en la que estaba sentada, mis manos estaban atadas a la parte de atrás y mis pies están sujeto a cada una de las patas delanteras.
Maldita sea, ni siquiera puedo defenderme. Mis ojos empezaron a llenarse de lagrimas, pero aguante, no puedo dejar que este idiota me vea así. Además de todo lo que puede obtener de mí en este momento, no le regalare mis lágrimas también.

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