El Autoestima Hasta El Cielo Y El Perreo Hasta El Infierno

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La rubia llegó a casa junto con su amiga, quien no paraba de hablar de cosas que realmente no le importaban.
Inés viro los ojos por octava vez en el día y suspiro con pesadez

—puedes callarte si quieres. — sonrió con falsedad

—no, es que te estaba diciendo que me gusta tu culo. — soltó la francesa con picardia —me dan ganas de morderlo, ruar. — hizo un movimiento con las manos para imitar a un dinosaurio o algo por el estilo

Inés alzó la ceja con desaprobación

—¿que?. — dijo Camila

—nada. — volvió a suspirar —ya sabes cual es tu habitación, hay mantas y ropa limpia ahí, la dejaste en aquella ocasión que solo te quedaste dos días y decidí guardarla para cuando volvieras. — sonrió tímida

—no puedo creerlo

—¿que?.— dijo confundida Inés

—estas siendo amable

La rubia la dejó en medio de la sala y se adentro a su habitación dando un portazo

—¡era broma!. — grito su amiga y ahora fue ella quien entró a su habitación en medio de risas

Inés se dejó caer en la cama y sonrió, una sonrisa sincera y aunque a veces parecía sonreír como loca, realmente le gustaba hacerlo solo cuando se encontraba a solas. Ella era de esas mujeres que, si les haces un cumplido, solo asienten con la cabeza en señal de agradecimiento, nunca te mostraba una sonrisa o si quiera un atisbo de ella. Su rostro siempre estaba serio y quizás eso explicaría por que no tenía ni una sola arruga, aunque vamos, que no era tan grande. Apenas y pasaba de los 33.
Puso un poco de música, para ser más específicos a Ariana grande, ella era su diosa o bueno, así le decía.
La canción god Is a woman comenzó a sonar, se levantó de su cama y abrió su armario.
Gracias a que la mujer era extremadamente ordenada, no se le hizo difícil encontrar lo que se llevaría aquella noche.

Camila en la otra habitación se encontraba escuchando canciones de bad bunny, la francesa tenía tan solo 28 años y quizás eso explicaba el por qué se su comportamiento tan jovial y sus gustos musicales, aunque como todos saben, para la música no hay edad.
La francesa se puso un vestido corto color rojo y unos tacones negros, su busto se veía mucho, pero de eso se trataba.
Cuando terminó de vestirse y maquillarse, se guiño el ojo en el espejo y se tiro un beso.

—estas más buena que el pan. — volvió a darse un cumplido delante del espejo y salió de la habitación —Inés, ya estoy, te espero en la sala

—vale, ahora voy. — grito la rubia del otro lado

Inés se miró una vez más en el espejo, se veía bien, se notaba diferente. Desde su última vivencia ella no había vuelto a salir de fiesta, le traía malos recuerdos.
Visualizo su cuerpo, sus torneadas piernas, su abdomen marcado y sus carnosos labios, incluso sus ojos verdes, que aunque parecían vacíos, por esa ocasión retomaron un poco de brillo y vida.

Se alizo el cabello y se puso un poco de pinta labios. Salió de su habitación y bajó las escaleras para encontrarse con una sorprendida Camila, quien al ver a su amiga, se puso nerviosa.

—te ves... Te ves muy bien Inés, tenía... Tenía mucho que no... Que tu no te vestias así. — soltó una risa nerviosa

—deja de tartamudear como tonta. Y gracias, tu también te ves bien. — Inés le guiño un ojo a su amiga, quien al recibirlo solo agachó la cabeza sonrojada

—pues vámonos

—vámonos

Ambas mujeres tomaron sus pertenencias y llamaron un uber, aunque la francesa era alocada, era responsable y sabia que si llevaban el auto de alguna de las dos, terminarían mal y sabia que Inés no agarraria un coche en estado de ebriedad, no después de lo que pasó

CUANDO ME ALCANCE LA VIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora