Sola

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Las luces del hospital no permitían que abriera por completo sus ojos, la jaqueca que tenía era terrible y el dolor en su cuerpo lo era aún más.

—trata de no moverte mucho, ya sabes, ordenes del doctor. — una voz masculina le habló y ella no la reconoció, ni si quiera podía visualizar bien su rostro

—¿dónde estoy?

—En el hospital, ¿en donde si no?

—¿que pasó?

El hombre suspiro y se acercó a ella, acarició su cabello de manera cuidadosa

—te dije que dejaras el maldito automóvil, nunca haces caso, pero me diste un buen susto. Has estado inconsciente tres días. — al hombre se le escaparon un par de lágrimas —creí que te perdía

Inés trató de sonreír, pero no podía

—¿en donde esta ella?

—no ha venido

El corazón de Inés latía de manera lenta o al menos eso mostraba el maldito aparato al que estaba conectada

—¿lo sabe?

—si, sabe que sufriste un accidente, me ha llamado cada seis o siete horas desde que estas aquí

La pelirroja asintió lentamente y las lágrimas comenzaron a salir con abundancia

—debí morir

—no puedes decir eso, yo te quiero Inés, eres mi maldita mejor amiga y no puedo perderte, no a ti. No me importa si todo el mundo te abandona o si tu abandonas a todos, yo no me alejare de ti

—deberías. — la ojiverde por fin abrió en su totalidad sus ojos y se encontró con la mirada de su amigo —lo siento. — tomó su mano y la acarició

—yo estare siempre para ti, lo prometo

—no prometas cosas que no puedes cumplir

Ambos guardaron silencio por un momento bastante prolongado

—creí que ella estaría aquí. — rompió el silencio La ejecutiva

—pues ya ves que no

—ya veo

El celular de Francisco comenzó a sonar, era Luz

—¿diga?

—¿cómo está?. — habló la ojiazul preocupada

—acaba de despertar, está bien, está estable

—tomare un vuelo

—no es necesario, yo la cuidare

—pero...

—la abandonaste cuando más te necesitaba, ella te quiere, se abrió a ti y tu la dejaste. Por tu maldita culpa esta en este hospital

—¿puedo hablar con ella?

Francisco suspiro con impaciencia y le entregó el teléfono a Inés, ella sabía quien era

—Inés. — sollozo Luz

La ojiverde no habló, sólo cerró los ojos y la imagino a su lado

—hablame, por favor. — suplico la menor —te extraño

—Mi Luz. — habló con voz ronca la pelirroja y la ojiazul sonrió del otro lado

—fue horrible lo que hice, es solo que todo esto es demasiado para mí, todo es nuevo, no pienso que seas una asesina y se que lo hiciste por que el debía de morir, ese tipo de personas no deben de existir. Yo... Perdoname, perdoname Mi amor. — sollozo Luz

CUANDO ME ALCANCE LA VIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora