◻️16

9.8K 507 37
                                    


Ken Ryuguji

Sintió como su cuerpo se ponía inmóvil al sentir aquella mirada azulada , las manos le comenzaron a sudar y las palabras que quería decirle no salían de su boca

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Sintió como su cuerpo se ponía inmóvil al sentir aquella mirada azulada , las manos le comenzaron a sudar y las palabras que quería decirle no salían de su boca. Era todo un manojo de nervios. Y él no era así, ni cuando tenía que pelear con otros pandilleros ni cuando debía hablar frente a toda la Toman como el subcomandante que era. Todo se debía a que Irene, aquella chica de cabello albino, de ojos celestes y principalmente, de bella sonrisa, era su perdición.

Para calmar sus nervios tuvo que respirar profundamente para mantener su siempre serena y seria expresión, no quería que ella lo notara raro.

—Irene yo...me gustaría...me gustaría— titubeó avergonzándose mucho más.

¡No podía estar pasándole eso! ¡No a Ken Ryuguji!

La de cabello largos sonrió tratando de tranquilizar a Draken, porque ella estaba igual que él. No muchas veces podían estar solos. La mayoría de veces ambos cuidaban de Mikey. Además quería saber que le diría.

—Ken, ¿sucede algo?— preguntó suavemente al de mayor altura tomando, a la vez, su mano otorgándole su calor.

Draken solo pudo desviar la mirada dejando que Irene sujetara su mano, un diminuto sonrojo cubrió sus pómulos.

—...me gustaría que fuéramos juntos al festival...— susurró rascando su nuca por los nervios que sentía. Todo lo que había practicado frente al espejo no sirvió de mucho.

—¡Claro que sí!— Irene ensanchó más su sonrisa alegrando al Ryuguji— ¡Va a ser divertido, ya lo verás Kenny~!—

—¡Pero no me llames por ese apodo!— gritó Draken aumentando el sonrojo en sus pómulos, ese era un apodo que le pusieron las chicas del burdel y lamentablemente Irene lo había escuchado, ahora cada que podía lo llamaba así. Aunque si era sincero, cuando ese apodo salía de los rosados labios de Irene ya no lo odiaba.

Irene solo rió ver la actitud de su amigo. Era esos momentos en los que lo guardaba en su memoria, cada momento con Draken lo era.

 Era esos momentos en los que lo guardaba en su memoria, cada momento con Draken lo era

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Tokyo Revengers (One-Shots)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora