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Había pensado que después de sus clases, ella compraría su cena, porque le ganaba más la flojera que tenía, y luego dormiría una siesta.
Si, eso había pensado.
Hasta que al salir de su universidad se encontró, cerca de la entrada, a su reciente dolor de cabeza. Esto no podía ir peor.
Quiso ir para otro lado, viendo que él no se había dado cuenta de su presencia hasta quee sintió que unas manos tocaron su espalda. Era su amiga.
—¿Qué crees qué haces, Misaki-chan?— canturreó ella con diversión, como si no supiera lo que estaba haciendo, comenzando a empujarla hacia él— no me creo que no le hagas caso, ¡lo tienes a tus pies! Así que, como buena amiga que soy, ayudaré a que estén juntos.
Para que quería enemigos si tenía amigas así.
Fue entonces que sus ojos cruzaron con los de él.
Ese mocoso...
—¡Mi bella flor!— exclamó él haciendo que muchos se giraran al verlos.
Misaki se avergonzó, sintió como su amiga se alejaba con una sonrisa diciéndole que la pasara bien. Bueno, no lo dijo, pero ella lo entendió así. Solo suspiró para seguir avanzando sintiendo como él le seguía.
—¿Qué es lo que quieres, mocoso?— preguntó irritada, sabía que ni hablándole fríamente él se alejaría.
No sabía si era masoquista o algo.
—Dime Hanma o amor de mi vida, cualquiera estaría bien— respondió juguetonamente haciendo que Misaki frunciera el ceño.
Realmente pensaba que ese adolescente era un pesado. Porque sí, él mismo le dijo su edad, realmente no parecía de 17...era súper alto...
Y ella tenía 19...
¡Así que cualquier cosa que quería él estaba súper mal!
Aún era joven para ir a la cárcel y más por culpa de un adolescente hormonal.
Iba a gritarle hasta que se dió cuenta de cómo iba vestido...¡parecía un modelo! Aquellos que le pagaban mucho con solo mostrar su rostro. Pero sabía que él no era eso. La vez que se conocieron lo supo, además de sus tatuajes en la mano.
—¿Que pasa? Acaso ya estás enamorada de mi— dijo Hanma y más que preguntando lo estaba afirmando.
—Ya quisieras— la universitaria rodó los ojos mientras se regañaba internamente por haberse quedado mirándolo muy embobada.
Hanma rió cada vez más enamorado de aquella chica, no se arrepentía de haberla salvado de esos tipos.
Además, era mucho más interesante estar con ella que seguir con los planes de Kisaki.
