𝐁ucky barnes | ❝dos corazones de cristal que se necesitan el uno al otro❞
donde artemis y bucky tienen una amistad caótica que los destinará a estar juntos, pero ninguno se da cuenta de ello hasta que comienzan a vivir en la misma casa.
ó
donde a...
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CAPÍTULO DOCE; ESE TRAUMATICO EVENTO.
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—MIERDA.
Apenas sus ojos mieles captaron al grupo de adolescentes frente a ella, su única opción en ese momento fue correr en dirección contraria. Su mochila y palo de lacrosse cayeron al suelo, y en ese instante no le importaron tanto, si no, nada más huir de los miserables chicos que la odiaban.
Su cuerpo golpeó con rudeza contra todas las puertas que se interponían en su camino y trató de correr lo más rápido que sus piernas se lo permitían. Ya ni siquiera sabía por cuál parte de su secundaria se encontraba, solo esperaba poder llegar pronto a una salida y hacer uso de sus poderes sin que alguno la viera.
Justo cuando cruzó la última puerta que la podía llevar a la salida, volteó hacia atrás sin dejar de correr implorando que ya los hubiera perdido, pero, como la suerte nunca estuvo de su lado, uno de los chicos del grupo se atravesó en su camino y la tomó por sorpresa. Estampó su antebrazo en el rostro de la castaña, ocasionando que ésta cayera de espalda al suelo y su nariz comenzara a sangrar.
Su cabeza dio vueltas y se empezó a sentir aturdida. Fue un golpe fuerte. Tanto que no pudo hacer nada cuando los demás restantes del grupo la tomaron de los brazos la arrastraron hasta otra de la parte de la secundaria. Logró reaccionar cuando sintió como amarraban una soga a sus manos, juntado sus muñecas, y otro chico jalaba de ella hasta poder levantar a la castaña en el suelo.
—No, no ¡Alto!, –imploró, viendo como la soga se elevaba al igual que ella hasta que sus pies dejaron de tocar el suelo. Se movió bruscamente tratando de deshacer el agarre pero no consiguió nada, por lo que soltó un grunido frustrada y fulminó con su mirada cuando una de las chicas se acercó a ella con una leve sonrisa pasmada en sus labios.
Intentó alejarla bruscamente cuando ésta comenzó a buscar en los bolsillos de su pantalón negro, pero fue en vano. Soltó un jadeo frustrada cuando vio que la pelinegra logró sacar los veinte dólares que tenía guardados en sus bolsillos.
—Oh miren, ¿qué tenemos aquí?, –sonrió la chica, con cinidad y mostrando el dinero. Artemis cerró los ojos maldiciendose a si misma.
—¡Maldita ladrona!, –gritó el chico que mantenía sujetada la soga.
—No no, ladrona no, –negó la pelinegra, —Es una bruja, es la única explicación de su psicótico comportamiento.
Artemis no se contuvo. Utilizando su codo derecho logró encajarlo en el rostro de la chica, ocasionando que su nariz comenzara a sangrar y los demás se sobresaltaran.
—Ahora estamos a mano, –sonrió burlona.
—Sabes lo que les hacen a las brujas, ¿no? Las queman, en la hoguera, –habló otra de las chicas, tomando el lugar de su amiga.
