Capítulo 17

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La forma en que Suna me besó fue todo menos dulce. Le gustaba morder y chupar mis labios como si quisiera dejar una marca en ellos, como si quisiera apoderarse de ellos. Me empujó sobre la cama, mirándome mientras se quitaba la camisa y estudiaba mi cuerpo todavía vestido.

Mirándolo, un escalofrío recorrió mi espalda. Se veía tan poderoso y sexy que me hacía sentir pequeña en comparación y, curiosamente, me gustaba.

Poco a poco se inclinó sobre mí, sujetándose por los codos, y me miró.

—Actúas tan arrogante, pero se necesita tan poco para hacerte sonrojar. —Susurró, y luego besó mi cuello.

—Cállate. —Murmuré con poca convicción.

Una de sus manos se deslizó lentamente por debajo de mi camisa, acariciando primero mis caderas, luego mi abdomen y luego subiendo hacia arriba. Mis manos vagaron sobre sus hombros y su cabello.

Me quitó la camisa y no perdió tiempo en desabrocharme el sostén y luego arrojarlo a algún lugar de la habitación.

Besó mis labios de nuevo, esta vez con más suavidad pero con el mismo transporte, mientras su mano descansaba sobre mis pechos, ahuecándolos y haciéndome casi jadear de emoción.

Suna de repente se apartó, haciéndome sacudirme.

—Mierda, estamos en la habitación de mi hermana.

—Sí, hemos estado aquí por un tiempo. —Señalé, frunciendo el ceño.

—No quiero follarte en la habitación de mi hermana. —Y con eso se puso de pie, dejándome ahí parada, confundida y desorientada.

Me senté con los brazos cruzados para cubrirme. —¿Entonces? —Pregunté con impaciencia.

—Aquí. —Dijo arrojándome una camisa. —No quisiera que uno de tus hermanos saliera de la habitación y te viese medio desnudo y te hiciera preguntas.

Me puse la camiseta, luego tomé la mano que Suna me estaba tendiendo y dejé que me arrastrara hacia su habitación.

Su habitación, en la oscuridad, no parecía gran cosa. La típica habitación de un adolescente, diría yo: desordenada, llena de cosas al azar y sin ningún sentido lógico. Dos cosas me llamaron la atención: un montón de cuadernos en un rincón cerca de una ventana, y el fuerte olor que sentí cuando entré. No era un mal o desconocido olor, era el olor de Suna. Nunca me había dado cuenta de que tenía un olor en particular hasta ese momento, pero de hecho esto era lo que me permitiría reconocer su habitación entre mil iguales: su olor.

Suna cerró la puerta detrás de él haciendo el menor ruido posible, luego tomó mis caderas por detrás y volvió a besar mi cuello.

—Solo para ser clara. —Hablé en voz baja, cerrando los ojos y disfrutando de su toque. —Voy a ser yo quien te folle, no al revés.

Sentí sus labios curvarse contra mi piel. —Oh, ¿es así? Vamos a ver.

Me dio la vuelta para mirarlo, me levantó y luego me llevó hacia su cama. —Eres increíble. ¿Nunca dejas de desafiarme? —Murmuró haciéndome recostarme debajo de él. —Supongo que tendré que callarte.

Me liberó de mi camisa de nuevo y, esta vez, también de mis pantalones. Comenzó a besarme por todas partes, comenzando en mi pecho y bajando hasta el dobladillo de mi ropa interior, haciéndome un desastre jadeante. Me había vuelto completamente impaciente. ¿Qué estaba esperando?

Me miró, como pidiendo permiso para quitarme el último trozo de tela.

—Suna. —Solo dije desesperadamente, y eso era todo lo que necesitaba.

Sour Boy | Suna Rintarou (TRADUCCIÓN/EN EMISIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora