Capitulo 23

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El suave peso de una manta colocada sobre mi cuerpo y la falta de sonido de la televisión apagada me hicieron despertar, lo suficiente para darme cuenta de lo que estaba sucediendo a mi alrededor.

Abriendo lentamente los ojos y acostumbrándome a la oscuridad de la habitación, pude distinguir la figura de Suna sentada en el suelo frente a mí, mirando su teléfono. La luz de la pantalla iluminó su rostro cansado, y me quedé allí mirándolo durante unos segundos sin decir nada.

¿Me puso una manta?  Me pregunté a mí misma. Tuvo que ser él.

Me senté lentamente, todavía confundida y somnolienta, llamando la atención de Suna. La luz que provenía de su teléfono desapareció y solo quedó la luz de las farolas fuera de la casa.

—Oye. —Susurré. —¿Qué hora es?

—3:00 a.m.

—¿Por qué estás despierto?

—Yo tenía sed y te vi en el sofá y... —Hizo una pausa, como si debatiera si seguir hablando o no. —Me recordabas a mi hermana.

Oh, Rin... 

Quería abrazarlo, pero no sabía si le gustaría, así que me contuve. Dije: —¿La extrañas?

—Un poco. —Murmuró, como avergonzado. —Quiero decir, ella es un dolor en el trasero y, a veces, se parece demasiado a mí. —Trató de bromear. —Pero, no sé.

Palmeé una mano junto a mí en el sofá, indicándole que se sentara. Cuando lo hizo, lo tapé con la manta, como me había hecho momentos antes, una forma indirecta de abrazarlo.

—¿Estás pensando en volver con ella? —Le pregunté.

Él suspiró. —El caso es que cuando tanto mi padre como yo estamos en casa, siempre peleamos y el ambiente es tenso. Yuki me envía un mensaje de texto pidiéndome que regrese, pero ¿realmente haría que ella y mi mamá se sintieran mejor?.

—No sé sobre eso, pero ¿por qué no intentas ir a tu casa, no sé, para cenar tal vez? Verías cómo es y tal vez aclararías tu cabeza.

—Mhm. —Tarareaba Suna, poco convencido. —Lo pensare.

Asentí y no dije nada. Deseé saber lo que necesitaba escuchar, pero no lo hice. No quería decir la oración equivocada y hacer como había hecho Osamu esa vez.

Nos quedamos en la oscuridad, en silencio, durante unos minutos, mirando la pantalla del televisor apagado. Casi podía escuchar los pensamientos de Suna. Seguramente se estaba haciendo mil preguntas, dándose mil respuestas diferentes para cada una.

Puse mi mano en su cabello, acariciándolo, y él me miró.

—Duerme un poco, Rin. Tienes unas ojeras increíblemente oscuras debajo de los ojos —susurré. Hablar en voz alta me habría hecho sentir como si estuviera gritando en una biblioteca.

Suna me miró fijamente durante un rato. El era bueno en hacer eso. —¿Por qué estás siendo tan amable conmigo? ¿Sientes tanta lástima por mí? —Preguntó, sonriendo con ironía, aunque su sonrisa era más apagada que de costumbre.

Le devolví la sonrisa. —Un poco. —Bromeé. —Además, te debo un favor de la fiesta en la que me cuidaste.

—Mhm. —Murmuró. Y no dijo más.

Se levantó del sofá, dejó caer la manta y me tendió una mano para que me levantara, lo cual fue completamente innecesario, pero la tomé de todos modos.

Subimos las escaleras hasta el piso superior. La puerta de su habitación fue la primera.

—Me llamaste Rin. —Señaló.

Sour Boy | Suna Rintarou (TRADUCCIÓN/EN EMISIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora