[En corrección]
Una vez te adentres en el orfanato Parckson, cosa que te resultará muy fácil. Ya no podrás escapar con la misma facilidad. Y cuando descubras lo que este oculta entre sus muros, ya no habrá retroceso.
Estarás condenado.
...
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La lluvia había parado de caer sobre mi ventana después de un buen rato de bullicio.
Pero lo que me despertó no fue otra cosa que la puerta abriéndose bruscamente por culpa de mi padre.
Aquello me produjo dar un gran bote de la cama, y no pude evitar soltar un gran quejido. Según yo era imposible que ya se hubiera pasado toda la noche. Apenas me sentía descansado.
El peque no estaba y aunque estuviera ni mi padre ni nadie podría verlo. Nunca lo han hecho.
Mi cara estaba manchada de lágrimas, sí, para que voy a mentir. Esa noche llore más que dormí. Con razón tenía tanto sueño.
Mi padre comenzó a zapatear en el suelo junto a mi cama, eso me estaba tocando las pelotas y me estaban entrando unas terribles ganas de volver a pegarle como la otra noche.
«Relájate Blue, solo, respira...»
«A la mierda con ello.»
-¡Qué! -grité levantando la cabeza de la almohada con una voz ronca.
Lo miré con cara de asesino serial, con mis labios apretados, cejas hundidas y frente arrugada. Él mantenía esa cara sin expresión, labios rectos y ojos entornados sin vida.
-Para tu información, llegas un poco atrasado a tu encuetro. -me informó y por un pequeño momento, uno muy pequeño, me lo creí. Hasta que agarré el móvil para ver la hora.
-Esto no me puede estar pasando, maldi... -murmuré pero me mordí la lengua -. Son las seis de la mañana -Sonreí sarcastico enseñándole el movil -. ¡Las seis! -Estampé el viejo móvil en la mesilla y me volví a tumbar. -. Las clases no comienzan hasta las ocho y media. Deberías saberlo.
-No me digas, gracias por recordármelo -De nuevo ese tono vacilante. Pausa. -. Pero hoy no vas a ir con él.
Ya lo que me faltaba, que me quitara la única cosa que me hacia feliz.
-¿Por-qué? -pregunté con la cara pegada aún a la almohada y percibí como él se acercó a mí.
-Porque ayer no pagaste tú deuda, y porque lo ordeno yo. ¿Eso te sirve?
Tenía razón, ayer no me había dado la paliza, y eso me llevo a una conclusión. Hoy me tocaba lo doble.
Malditos tratos con el diablo.
-De acuerdo -concluí más calmado. Me debía de mantener firme para no liarla más. La violencia no iba a solucionar nada en esta situación. -. Pero me puedes dejar dormir porfa. Sólo te pido eso.
No me dejó acomodarme cuando me quito las sábanas y me cogió del brazo.
-Levántate si no quieres que te arrastre. Créeme que no será bueno.