[En corrección]
Una vez te adentres en el orfanato Parckson, cosa que te resultará muy fácil. Ya no podrás escapar con la misma facilidad. Y cuando descubras lo que este oculta entre sus muros, ya no habrá retroceso.
Estarás condenado.
...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
VÍCTOR:
Día del atentado al baile de iniciación 2029.
Mientras estaba tranquilo escuchando I wanna die in your arms tonight mientras jugaba yo solo al ajedrez tocaron a la puerta.
Lo que me faltaba, unos niñatos jugando a las batallitas. Descendí las escaleras hacia la planta de comunes tranquilo, total. Ya no había nada que hacer, no se podía revivir a los muertos. A paso lento, no había prisa.
Al doblar la esquina los encontré caminando por el oscuro pasillo entre risas. Me crucé de brazos parando mi caminata y soplé negando.
Cada día la gente es más estúpida. Fingí una sonrisa y comencé con mi jugada, ahora me tocaba a mí jugar a las batallitas. Pero yo tenía la victoria asegurada, jugaba en casa.
—¡Chavales! —les grite, siguiendo su jerga para que vieran que iba de colega. Pude notar como casi se meaban encima del miedo. Ensanche una sonrisa satisfecho, no había juego más divertido que ese.
Uno de los tres se giró y pegó su mentón al pecho. Vaya, vaya, el miedo en toda su expresión corporal. Se miraban entre ellos sujetando las armas con fuerza.
—Vamos —hice énfasis para animarlos. —Solo quiero charlar, lo prometo. —Alcé mis vacías manos para demostrarles confianza.
—No-nosotros, lo sentimos realmente señor. —El más alto habló.
¿Señor? Por favor, ni que tuviera cincuenta años.
Levanté mis ojos arrugando mis labios, aquello iba a ser más fácil de lo que había planeado por el camino.
—Relajaros muchachos —Me agaché para estar a su altura, reconocía que aquello me quitaba puntos de confianza. —. He estado viendo lo que habéis logrado ahí dentro, Matthew era definitivamente alguien que no era de vuestro agrado. Pero adivinar qué —Extendí las palmas de mis manos hacia arriba, era un gesto que significaba sumisión. Por lo que la transmisión de poder y grandeza les pertenecía a ellos. —. Sería un placer para mí tenerlos como soldados para matar a los sin k.
El chico que hasta ahora había estado hablando hizo un gesto de sorpresa, de la de verdad. Cuando el gesto de sorpresa duraba menos de un segundo era porque lo sentía. Lo que significa que mi plan estaba funcionando. Sonreí sin poder ocultar mi satisfacción y regresé a mi altura.