[En corrección]
Una vez te adentres en el orfanato Parckson, cosa que te resultará muy fácil. Ya no podrás escapar con la misma facilidad. Y cuando descubras lo que este oculta entre sus muros, ya no habrá retroceso.
Estarás condenado.
...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Al abrir la puerta su característico sonido a madera me acompañó al interior de mi propio cuarto.
Todo estaba tenue, salvo por la débil luz de la luna que se colaba por la ventana.
Sabía que él estaba dentro, casi lo podía percibir en cualquier esquina rodeado de oscuridad. Esperando a que cerrase la puerta.
Así lo hice, y sin verlo venir me llovió un puñetazo que me hizo caer al suelo aturdido.
Mi padre apareció en escena descendiendo rápido al suelo para inmovilizarme al completo.
Apenas podía ver su rostro por falta de luz, pero sus ojos azules, ahora oscuros, brillaban con luz propia.
—Papá, escúchame. No es lo que crees.
Mantuve un tono bajo para no meter más la pata.
Seguro que estaba enfadado por lo de la escapadita sin previo aviso. Me habían cazado más rápido de lo que esperaba.
—Sh, no hables. ¿Me escuchas? —tapó mi boca y se acercó a mí oído. Empezó a reír de forma psicópata sujetando mi barbilla, bajó su tono de voz y detuvo su risa. — Me debes algo. ¿Lo recuerdas?
Logré zafarme de su agarre, arrastrándome por el suelo hasta estar lo suficiente lejos. Sentándome para poder vigilarlo.
—Papá, escucha. —susurré con mi temblorosa voz, alzaba la mano derecha para indicarle que se mantuviera alejado de mí.
—Cállate. —masculló. Se puso de rodillas en el suelo comenzando a caminar hacia mí. Aún en esa posición él era mucho más alto que yo.
—Sh —Estaba alterado —, papá, por favor —retrocedí hasta chocar con la pared dejándome así sin escapatoria —Lo siento, lo siento. ¿Es eso lo que querías escuchar? Lo admito, fui un estupido hoy, la cague en la comida...
Se levantó alzando su cuerpo, de forma automática me callé, ahora sí que me sentía intimidado. Coloqué frente a mí mis manos para intentar hacer un escudo, que siendo sinceros, no servía de mucho.