[En corrección]
Una vez te adentres en el orfanato Parckson, cosa que te resultará muy fácil. Ya no podrás escapar con la misma facilidad. Y cuando descubras lo que este oculta entre sus muros, ya no habrá retroceso.
Estarás condenado.
...
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Resultaba que había algo muy importante que no me había contado, por vergüenza. Cada diez días debía de transformarse en un animal por una hora completa, ¿qué pasaba si tardaba más días o no lo hacía?, simplemente.
Moría.
Y después de esa hora inmediatamente, en un periodo de menos de cinco segundos, debía de tomar de su inhalador. ¿Qué ocurrirá si no lo hacía?
Moría.
El día que le tocaba hacer esto fue el día del baile de iniciación, y con todo el lío y caos además de estar conmigo en algo así como un conflicto no había podido. Tenía un complejo tan grande que no se había atrevido a contármelo. Por eso recién se había encontrado tan mal como los últimos días al estornuda.
Me encerré un segundo en el baño del cuarto, necesitaba asimilar.
Necesitaba asimilar el peligro de la situación. Una lágrima abandonó mi ojo en cuanto cerré la puerta. Me tapé con las manos la cara y me desahogué intentando hacer el menor ruido posible por él. Por mi culpa Noah estaba así de mal, mis rodillas impactaron con el frío suelo del tenue baño y solté un grito de culpabilidad e impotencia contra las palmas de mi mano. Mi pecho subía y bajaba con dolor pero no me podía quedar ahí llorando mientras Noah me necesitaba ahí fuera.
Me levanté con la ayuda del lavamanos y tragué fuerte acompañado de un sollozo. Me eché agua por la cara y me miré al espejo a esos ojos azules ahora rojos, mi cuerpo temblaba y estaba completamente blanco. Dejé emanar un largo suspiro y salí fuera.
Estaba tumbado en la cama y me siguió con la mirada. Su piel estaba mucho más pálida y bajo sus ojos se dibujaba unas profundas ojeras. Sus ojos aún conservaban esa luz pero no esa felicidad.