17. Pesadilla.

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Una vez más estaba en ese auto.

Mamá y papá discutían y yo solo los miraba, no estaba asustada. Había presenciado tantas veces ese tipo de peleas entre ellos, pero algo me decía que esta sería diferente.

Lo sabía por las miradas que me daba mi papá a través del retrovisor, las expresiones de rabia de mi madre. Yo quería decirles algo, cualquier cosa, pero como siempre me encontraba muda, sin el control tanto de mi boca como del resto de mi cuerpo.

Mi último recuerdo de aquel viaje fueron aquella palabras de mi padre, su mirada, el como giro con brusquedad el volante y el grito de mi madre acompañando con el chillido de las ruedas sobre el camino.

Me incorporo sobre la cama con brusquedad respirando con desesperación y sintiendo las gotas de sudor cayendo sobre mi frente. Me pongo de pie para caminar hasta una toalla que tengo en una silla y al volver la mirada hacia mi mesa de noche me percato de que la pequeña jarra que tengo se le ha acabado el agua.

Me encamino hacia la puerta y giro cuidadosamente la perilla a lo que está cede sorpresivamente. Salgo al pasillo dirigiendo mi mirada en ambas direcciones y comienzo a caminar hacia con dirección a las escaleras, las cuales bajo hasta llegar a la planta baja. Continúo mi camino con dirección a la cocina y al llegar a esta comienzo a buscar entre la alacena un vaso.

— ¿Piensas intentar escapar de nuevo?

Aquella voz malhumorada me hace volver la mirada hacia atrás un tanto asustada y al percatarme de quien se trata sigo sin bajar la guardia. Jaeden se encamina hacia la habitación a paso tranquilo y con su típica mirada de total fastidio hacia mi persona. Lleva puesta un pijama de conjunto de un azul marino acompañado de una bata del mismo color con rayas blancas, su cabello está ligeramente despeinado por lo que se ve que se ha pasado los dedos por este.

— Solo quería un vaso de agua, ¿Tengo prohibido hacer también eso?

Lo veo rodar los ojos con fastidio, pero aún así continúa caminando a lo que me quedo muy quieta sobre mi lugar, cuando lo veo detenerse unos escasos centímetros de mi siento mi respiración agitarse un poco y Jaeden se inclina un poco en mi dirección a lo que levanto las manos colocándolas sobre su pecho a lo que este se estira hacia una pequeña puerta de la alacena y de ahí saca un vaso de cristal el cual me extiende a mi mientras vuelve a tomar su distancia.

— Gracias — hablo sintiendo mis mejillas calientes y lo tonta que posiblemente me ví en aquella situación.

Paso por un lado de Jaeden y me encaminó hacia el dispensador de agua para llenar mi caso y beber de este como si un hubiese tomado agua en días.

— ¿Tuviste otra pesadilla?

Bajo mi vaso ya vacío y dirijo mi mirada hacia el castaño el cual me mira detenidamente.

— Si, la tercera en la semana.— respondo con simpleza a lo que el castaño no responde nada — ¿Puedo hacerte una pregunta?

— ¿Tengo otra opción?

Aunque su sarcasmo en parte me fastidia termino por ignorarlo y hacerle la siguiente pregunta:

— ¿Por qué siento que me odias? Que mi presencia aquí no te agrada para nada.— aquello no parece sorprender en absoluto al chico el cual sigue mirándome y unos segundos después percibo en su rostro una pizca de sonrisa.

— Porque así es, — admite seco y sin intenciones de ser delicado — cada momento que pasó en esta casa esperando a que tú intentes alguna tontería me hace odiarte, incluso el simple hecho de pensarte.

— No estoy aquí por mero gusto y lo sabes, Jaeden.— murmuro con seriedad mientras veo al chico caminar nuevamente en mi dirección con las manos dentro de los bolsillos de su bata hasta detenerse a unos pasos de distancia. — Entonces, ¿Por qué no solo, me abres la puerta y dejas que salga de tu vida?

— No puedo hacerlo. Ni reuniendo todo el odio que te tengo podría pensar en hacerlo.
Siento mis ojos picar a causa de las lágrimas por las que lucho no derramar y unos segundos después me atrevo a decir:

— ¿Y porque no? — la voz me sale en un susurro más bajo el cual apenas se puede percibir.
La mirada del chico se siente penetrante sobre mi y estoy segura de que él sabe lo que aquello ocasiona sobre mi. Puedo sentir la pesadez del silencio que nos invade y pero no es eso lo que me deja helada, sino sus palabras:

— ¿Porqué no? — repite mis palabras casi queriendo imitar mi tono y volvemos a quedarnos en silencio durante unos segundos, a lo que el vuelve a romperlo — No puedo porque me siento jodidamente atraído hacia ti — suelto un jadeo de sorpresa y abro ligeramente mis ojos — desde el primer momento que llegaste aquí y te ví tuve una inquietante sensación, y siento que aquello fue lo que me hizo odiarte, porque se supone que no debo hacer esto.

Su confesión viene cargada de una mirada distinta a las que suele darme y puedo sentirlo ya un poco más cerca de mi. Aun con el vaso en mano veo al chico mirarme fijamente y después a mis labios, a lo que sin darme tiempo a reaccionar comienza acercarse inquietante mente a lo que soltando un suspiro el vaso se me resbala y termina impactando contra el suelo provocando que un sonoro ruido se escuche por todo el cuarto y el vaso termine en pedazos.

Aquello logra detener a Jaeden apartarse de mí para dirigir su mirada del suelo en el que se encuentran los pedazos del vaso a mi, mientras aún sigo en shock por lo que estaba pasando y lo que estuvo por pasar.

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Ignorando a Jaeden me aparto de él y comienzo mi camino con rapidez hacia las escaleras, en la cuales al llegar comienzo a subir los escalones entre carreras adentrándome con rapidez al pasillo que conecta las habitaciones. Sigo mi camino hasta la puerta de mi cuarto y al estar frente a esta me adentro a la habitación cerrando la puerta detrás de mí y pegando mi espalda contra está.

Me tomo la frente con una mano mientras la otra la mantengo sobre la perilla, hasta que me aparto de esta y me encaminó hasta el baño donde enciendo la luz y me detengo frente al lavamanos para mirarme al espejo. Abro las perillas dejando correr el agua y uniendo mis manos me inclino y me enjuago un par de veces el rostro ara después cerrar las perillas y levantar la mirada, tomo la pequeña toalla que tengo para secarme las manos y me la paso por el rostro para secarme este.

Al final me encamino hacia la cama y vuelvo a recostarme con dirección hacia las ventanas de la habitación. Cerrando así los ojos y deseando que todo lo que acaba de suceder en la planta baja fuera producto de algún sueño extraño como los que solía tener.







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Hoy nuestro querido Noah está de cumpleaños, pero en este capítulo quería que conociéramos un poco sobre la actitud de Jaeden.

Espero que el capítulo sea de su agrado, y solo me queda decirles que los próximos capítulos seguirán siendo de muchas sorpresas y demás cosas que nos ayudarán avanzar en la trama.

Gracias y las tqm ❤️

Desconocidos [FANFICTION]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora