21 - Declaración.

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Pasó otro par de semanas, Isaiah continuaba evitando a James aunque realmente lo extrañaba, pero no le prestaba mucha atención a aquel sentimiento, estaba concentrado en Caroline. La prueba de amniocentesis había dado positiva en trisomía 21 hacía una semana; había un noventa y ocho por ciento de posibilidades de que Auggie tuviese Síndrome de Down.

Caroline estaba tranquila, sin embargo, le habían dicho que a pesar de aquel inconveniente sus órganos estaban sanos, en especial el corazón, era un niño pequeño, pero fuerte, y eso en cierto punto la calmaba. Sabía que los problemas de salud en el niño eran muy probables, la médica se lo había dicho, pero también le había dicho que por lo que habían comprobado, todo venía bien, y Caroline había decidió mantenerse firme en aquella última opción. Cada vez que sentía los movimientos en su interior respiraba con tranquilidad.

Con Caroline más calmada Isaiah se permitió volver a pensar en sus líos, específicamente en James, no podía seguir evitándolo. James no era tonto, ya había pasado más de un mes desde la última vez que lo vio, sabía que para ese punto el moreno era consciente de que lo estaba evitando, pero realmente no sabía qué hacer, ¿debía sólo llamarlo e invitarle una cerveza? Eso sería un poco estúpido, probablemente James se le reiría en la cara y le daría un golpe, aunque luego lo perdonaría. Se arrepentía de haberlo ignorado por tanto tiempo, pero tenía sus motivos, motivos no egoísta, según él, pero le daba un poco de vergüenza usar a Caroline y Auggie como excusa, por lo que decidió no hacerlo, enfrentaría las consecuencias como un adulto le diría a James la verdad.

Luego, por ahora se encontraba tomando una cerveza recostado en el porche de su casa, solo y cansado. Era sábado de chicas, según Sarai, por lo que había media docena de muchachas dentro de la casa, más Evan, -obviamente, el concepto de chicas al parecer lo incluía a él también-, se preguntaba si ese chico no tenía familia, puesto que pasaba al menos veinte horas al día en su casa. No le caía bien, no había motivo, sabía que no era un mal muchacho, se había asegurado de aquello, pero aun así le molestaba su mera existencia y cercanía con Sarai. Tal vez era bastante celoso si se trataba de sus hermanas.

De todos modos, las reuniones de sus hermanas no le molestaban realmente, pero quería dormir y el grupo de Sarai estaba en su habitación, la cual estaba ubicada justo al lado de la suya, por lo que era imposible dormir allí, tampoco podía dormir en la habitación de Samara puesto que se oían voces desde allí también. Samara estaba abajo, estudiando en voz alta para un examen, y realmente amaba a su hermana, pero le importaba muy poco la historia de la arquitectura gótica, por lo que dormir en el sofá y la habitación de su madre también estaban descartados. Había tenido la intención de colarse en la habitación de Hazel y dormir allí, pero la puerta de la niña estaba cerrada, ¿desde cuándo una niña de doce años cierra su habitación con llave? Realmente necesitaba silencio. Decidió dormir una siesta en el porche.

Estaba en el limbo ente la realidad y los sueños, recostado en sobre la fría madera del porche, cuando sintió pasos a su alrededor, los ignoró, pero finalmente sintió una leve patadita en uno de sus pies, por lo que abrió uno de sus ojos y apenas procesó la imagen borrosa de James antes de volver a cerrarlos. Bonito sueño, pensó.

—Isa... ¿Qué haces en el suelo?

—Isa esta hibernando, vuelva en ocho horas —murmuró en un balbuceo. Alcanzó a oír una risita y pasos a su lado.

—Arriba, tenemos que hablar.

—Sh... —Se cortó e hizo un puchero cuando sintió las manos de James tirando de sus muñecas para sentarlo—. Quiero dormir... ¿por qué nadie me deja dormir? —murmuró con cierto tono caprichoso.

—Luego, Isa... vamos.

—¿A dónde? —Chilló con voz aguda, abriendo finalmente los ojos, tardó unos segundos en notar que era James quien estaba frente a él, tragó saliva y el sueño pareció filtrarse por sus poros.

Sexo y nada más.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora