13 - Llaves.

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Pasó un mes exacto desde el día que Isaiah acabó de mudarse por completo, la mayoría de sus cosas continuaban en cajas en la habitación de invitados de los Williams, donde se su ponía que vivía ahora. Al igual los baúles con sus juguetes, los cuales habían sido devueltos luego de que Andrew le diese su recompensa hacía tres semanas, la cual consistió en azotes, hielos y velas, había sido aún más intenso puesto que su piel aún chillaba ante el calor, pero lo había disfrutado en demasía. También tenía los cuatro espejos que le había hecho quitar a Jona, quien se había burlado tímidamente por lo poco que habían durado, lo que hizo que comiencen una batalla de burlas e insinuaciones que acabaron en una follada rápida en el suelo. Aunque Isaiah pasaba más tiempo en la habitación de alguno de los gemelos que allí.

También había conseguido un segundo empleo en la agencia pequeña que lo había entrevistado hacía poco más de un mes, trabajaba allí por las tardes y aunque el sueldo era peor que en la estética, realmente se había enamorado del ambiente y de la simpatía sincera que tenían todos sus compañeros de trabajo, incluso sus jefes, una pareja de veinteañeros demasiado enamorados para su gusto, eran dulces y amables. Aquello lo había hecho querer renunciar a su primer empleo, pero se prometió a si mismo aguantar al menos medio año más –seis sueldos más, en realidad-.

Se sentía feliz como no se había sentido en años, era extraño, pero sentía que todo en su vida poco a poco comenzaba a funcionar, como si los engranajes oxidados hubiesen recibido una buena dosis de aceite y ahora giraran a la perfección. Y no estaba seguro de si aquello se debía al cambio de ambiente, a su nuevo empleo, a que no gastar su sueldo en expensas había hecho que pudiese ahorrar casi la mitad de sus sueldos, a Jona o la relación extraña que había comenzado a llevar con los gemelos, en especial con Andrew.

La relación con Andrew no tenía título realmente, siquiera era una relación como tal, pero se definían como una relación abierta y sin compromisos, -que era prácticamente lo mismo que venían haciendo hacía un año-, ya que Anne los había descubierto en un beso que se les había salido de las manos en la cocina y habían tenido que inventarse algo para no decirle que eran follamigos. La mujer los había mandado a un motel y los amenazó con partirles un florero en la cabeza si llegaba a tener sexo en su cocina.

Respecto a James, Isaiah sospechaba de que estaba tramando algo puesto que pasaba tres cuartas partes del día trabajando, el otro cuarto se dedicaba a comer, dormir, y ocasionalmente, a follar. Pero James siempre había sido así, demasiado preocupado por no trabajar lo suficiente. Aunque lo hacía, e incluso Jerry le había dicho que bajase un poco su intensidad, y James le había prometido que lo haría, pero tres días después recibió un caso que, él considero, sería su primer gran caso, por lo que la última semana lo había pasado encerrado en su estudio cubierto de montañas de papeles, leyendo y releyendo una infinidad de documentos que al rubio le parecían inhumanos.

El sábado por la noche Isaiah estaba con Anne en la cocina, intentando ayudarla a preparar la cena, aunque la realidad era que se dedicaba a comer cuando la mujer no lo veía. Estaba con la vista fija en Anne quien tarareaba de espaldas hacia él, intentando cortar un bocado de carne al horno sin que se notase a simple vista para que Anne no lo regañase, cuando el rostro adormilado de James apareció en la cocina, Isaiah no le prestó atención en un principio, lo vio de reojo y creyó que era Andrew, puesto que James no solía rondar en la casa más que para comer, y en esas ocasiones alguien debía ir a buscarlo, por lo que se sorprendió cuando reconoció su voz.

—Mamá, Isa está comiendo de la fuente. —Isaiah se sobresaltó y se metió el trozo de carne a la boca intentando ocultarlo cuando la mujer volteó, pero estaba demasiado caliente y acabó por escupirlo en una de sus manos.

Sexo y nada más.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora