Capítulo 12

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—Su Alteza el Emperador ha ordenado realizar arreglos florales en el paseo del jardín. Aparentemente ahora tiene un gusto peculiar por las glicinias.

El Concubino Byun murmuró mientras servía una taza de té humeante para él. KyungSoo parpadeó lentamente, tomó la porcelana entre sus manos y le dio un sorbo a la cálida bebida con aparente tranquilidad, ni un músculo sobresaliendo ante una posible muestra de sorpresa o desconcierto.

El joven y hermoso Concubino ante él colocó la tetera en su lugar y lo miró con una sonrisa perfectamente abierta y brillante, sus mejillas reluciendo ante la salud de su piel.

—Se dice que es a causa tuya, Concubino Do.

—No puedo influenciar los gustos del Emperador. Si desea decorar el jardín con glicinias es por su propio deseo, no porque yo tenga alguna posible preferencia por la flor —replicó de inmediato, bajando su taza con calma y cerrando los ojos en el proceso—.

El Concubino Byun rió con diversión antes de darle un sorbo a su propia bebida olvidada, descuidado en sus modales e irremediablemente libre de pesos de etiqueta ahora que mantenía un lazo de confianza lo suficientemente fuerte hacia él.

—Supuse que dirías algo similar. ¿Te gustaría ver cómo está quedando todo?

KyungSoo negó con la cabeza suavemente, abrió los ojos nuevamente y acarició los bordes de la taza delante de él, abstraído por un segundo en el delicado material y la pintura exquisita en la superficie.

—No. No quisiera alentar más rumores. Prefiero ir cuando todo esté acabado y el revuelo por ello haya pasado.

—Mmh. Algo razonable, sin embargo, no vas a dejarme colgando con el deseo de pasear contigo. ¿Qué dices sobre reunirte con el Concubino Kim y el Concubino Lee esta tarde? Estamos yendo a nadar en el lago. Hoy nadie irá, por lo que lo tendremos para nosotros solos, el clima es lo suficientemente cálido como para mantener el dolor de tus cicatrices a raya y es una zona cerrada y protegida. Estaremos a salvo mientras nos divertimos por un tiempo, ¿qué te parece?

KyungSoo no pudo evitar que una mueca escapara de su rostro, fue algo apenas perceptible, pero que había sido captado perfectamente por la mirada atenta del hombre que le acompañaba. El Concubino Byun chasqueó la lengua y compuso la expresión más tierna y lastimera de su repertorio. KyungSoo sintió pánico de inmediato.

—¡Por favor! ¡No digas que no! Solo será por un rato. Nadaremos, comeremos algún bocadillo a media tarde y luego volveremos a Palacio. Será agradable y romperemos con la rutina desagradable del día a día. ¿O es que acaso no sientes molestias de ser vigilado y pasear por el mismo lugar todo el tiempo?

Sí, KyungSoo podría estar un poco agotado de todo aquello. Desde que había tenido esa conversación con la Emperatriz y se había desahogado con JiHyun, KyungSoo fue capaz de mostrarse un poco más abierto y accesible. En sus ojos comenzaba a retirarse el velo de constante oscuridad y tristeza que parecía seguirlo día a día y sus reuniones con el Emperador parecían ir bastante bien (KyungSoo incluso se atreve a admitir que puede disfrutar de una conversación perfectamente tranquila sin una sola muestra de sarcasmo, molestia o irrespeto de parte y parte).

Sin embargo, a pesar de esta pequeña pero notable evolución, KyungSoo no se había atrevido a salir de aquella zona a la que se había acostumbrado, a olvidarse de los pensamientos que le seguían día y noche y hacer algo tan banal como "divertirse". No tenía ni el entusiasmo ni el deseo de hacer algo como aquello y, a pesar de esto, aquí estaba este hombre ofreciéndole una nueva alternativa, una opción para olvidar todo lo que lo sigue y lo mantiene oculto en la bruma de su mente espesa.

KyungSoo no sabía si debería aceptar, tenía miedo de lo que vendría después de hacerlo. No quería ser víctima de un nuevo ataque nervioso lleno de ansiedad y culpabilidad. No quería tener ese peso consigo ahora que el nudo comenzaba a aflojarse, y, sin embargo, ahí estaba, dudando en arrojar una negativa definitiva porque, en el fondo, él quería salir de su caparazón.

El Concubino del EmperadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora