Capítulo 21

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Fue en invierno, en medio de una nevada helada, cuando llegó la noticia al Sur.

Después de tres años de intensa lucha, el Emperador Kim JongIn había derrocado al Emperador del Sureste y a su General.

Las manos de KyungSoo habían temblado y sus ojos se sintieron ardientes al leer la corta carta que le había enviado el mismo Emperador después de tres años sin ningún tipo de comunicación con él. JiHyun, sintiéndose alarmada ante su reacción, se acercó a él rápidamente con una expresión preocupada, solo para ser abrazada por KyungSoo con una fuerza y necesidad abrumadoras.

—¡Joven maestro, ¿qué...?!

—Él ha ganado. Va a regresar, JiHyun.

El país entero fue sacudido por la emoción y sin importar el frío que calaba los huesos y congelaba los cuerpos, se iniciaron bailes de celebración alrededor de una fogata gigante en la capital para celebrar la victoria de su monarca. KyungSoo no podía salir del Palacio, pero había conseguido escuchar los cantos de las doncellas, tarareando las canciones que se dejaban escuchar desde los pueblos y la capital.

Era maravilloso. El pueblo del Sur estaba sumido nuevamente en la dicha y, junto a ellos, su propio corazón.

Sin embargo, aunque la guerra finalmente había terminado, Kim JongIn permaneció un mes más en el extranjero. Él estaba solucionando los últimos detalles sueltos y coronando a un nuevo dirigente para el pueblo del Sureste, pues él no tenía la intención de hacer una invasión ni de apropiarse de esas tierras. Así pues, el nuevo mandatario resultó ser el hijo despreciado por el antiguo Emperador. Era un doncel, joven y prometedor que había recibido muy buenas críticas y comentarios y él había prometido mantener a su país en paz hasta su último suspiro de vida.

Kim JongIn estaba dejando a esas personas en buenas manos, así que, de la misma forma que había abatido las fuerzas imperiales de un hombre deseoso de poder y sobrepasado por su egoísmo, dándole fin a un gobierno descuidado y nada más que tirano, él se retiró.

KyungSoo no había podido dejar de sentir algo suave y extremadamente blando en su corazón.

Se había sentido liberado al saber que Kim JongIn había cumplido su promesa y vengado a su gente, a su familia y su país. Él realmente lo había hecho y ahora regresaba sano y salvo... KyungSoo no quería hacer otra cosa más que verlo nuevamente, un deseo que se fortalecía con el paso de los días y se intensificaba cada vez más en su interior.

La Emperatriz, por su parte, no pareció compartir su emoción.

Ella había estado día y noche encerrada en sus habitaciones, sin recibir visitas de nadie ni presentarse en las reuniones de los Ministros. KyungSoo había pensado, no sin cierta desaprobación, que ella realmente era descuidada.

Incluso con los rumores circulando con firmeza en el Palacio Principal y las afueras del mismo debido a sus comportamientos impropios, la Emperatriz continuaba alimentando las lenguas de las víboras al hacer berrinches ante el regreso final de su marido.

Ella se está dejando llevar por su corazón y deseos frustrados de continuar recibiendo a su enamorado en su prisión de cristal; está triste por el desbaratamiento de esto luego de días enteros manteniéndose entre los brazos del hombre que ama. No es algo que deba señalar con demasiada dureza, todos somos humanos y merecemos sentir un poco de tristeza ante las pérdidas que sufrimos. Sin embargo, un noble jamás será considerado un ser humano. Ser la esposa del hijo del dragón trae tantas responsabilidades. No puedes sentir, no puedes mostrarte débil, no puedes ser infeliz ni estar triste.

El Concubino del EmperadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora