Capítulo 19

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—La Emperatriz prohibirá las visitas al Palacio Principal. Ningún Concubino o agente externo tendrá permitido venir hasta que el Emperador regrese. Las visitas de los Concubinos Byun, Lee y Kim serán eliminadas, Mi Señor.

—Supongo que está haciendo todo lo posible para mantenerme aislado. Puede hacer lo que quiera ahora que Kim JongIn se encuentra ausente y ella no desaprovechará esta oportunidad para molestarme —dijo con tranquilidad mientras pintaba uno de los abanicos de la torre que había conseguido JiHyun para su entretenimiento—.

La doncella hizo una mueca y se dedicó a moler tinta para él.

—La Emperatriz tiene un carácter singular, Mi Señor.

KyungSoo ladeó el rostro, dándole la razón, y mojó la punta del pincel en la tinta molida a su lado. Con la manga recogida, lo llevó al abanico y continuó con sus trazos suaves, elegantes y magníficos.

—Será mejor que no opines sobre ella; las paredes tienen ojos y oídos y no quiero que te metas en problemas por algo tan mínimo como esto. Pero deberé darte la razón, la Emperatriz no es mas que una mujer mimada que hace berrinches al recibir un "no" por respuesta. Pobre Kim JongIn, soportar a alguien así por tantos años no debió haber sido fácil.

Una sonrisa llenó los labios de la doncella al escucharlo hablar y luego de un segundo, ella murmuró con gentileza; más que una pregunta, fue en su totalidad un afirmación.

—Mi Señor menciona mucho a Su Alteza desde que él no está. Lo extraña.

KyungSoo ni siquiera pudo titubear. Negar lo obvio era una tontería, además, no había necesidad de sentirse avergonzado por admitir esto. Para nadie era un secreto que KyungSoo disfrutaba de la compañía del Emperador una vez la situación entre ellos hubo mejorado, así que sentir anhelo y extrañarlo mientras no estaba no debía ser sorprendente para nadie.

KyungSoo respondió con entereza y seguridad, sin mostrarse en lo más mínimo perturbado:

—Lo hago. Realmente le echo de menos —esta vez detuvo sus pinceladas y retiró el pincel de la superficie delicada. Miró a JiHyun y preguntó con suavidad:—. ¿Él no ha escrito aún?

JiHyun también detuvo su tarea a favor de darle toda su atención. Una expresión decaída llenó su cara bonita y KyungSoo había tenido la respuesta antes de que ella negara suavemente.

—Lo siento. No hemos tenido noticias desde el día que se fue. El General Choi y el Capitán Oh siguen siendo los encargados en enviar los informes. El último que recibimos fue hace un mes, cuando dijeron que estaban en la frontera del Sureste.

KyungSoo volvió a asentir y el tema fue rápidamente dejado atrás mientras ellos se hundían en sus propios pensamientos.

Kim JongIn había sido lo opuesto a SeungWang; mientras el antiguo Capitán del Imperio Do le enviaba cartas en medio de sus luchas y enfrentamientos difíciles para mantenerlo tranquilo e informarle de la situación personalmente, el Emperador del Sur prefería conservar el anonimato.

KyungSoo sabía que lo hacía para no revelar su posición al enemigo y de esta forma mantenerse seguro, pero la incertidumbre que le dejaba esto era casi imposible de soportar. KyungSoo se había sentido sorprendido al descubrir que, de hecho, sus preocupaciones y pensamientos podrían compararse a los que experimentaba cuando SeungWang estaba lejos de casa, y no supo qué debía hacer ante esto.

Nunca hubiera adivinado que Kim JongIn se volvería tan importante para él.

Entonces, acompañado de los recuerdos tranquilos y serenos que habían compartido mientras todo aún se mantenía en paz, KyungSoo no podía dejar de rememorar el día de su despedida, cuando había sido impulsado por la adrenalina y sus sentimientos revueltos y lo había besado delante de todos los que estaban reunidos, preparados para acompañar al Emperador en el viaje.

El Concubino del EmperadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora