Capítulo 15

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Cuatro días más tarde, Kim JongIn había preparado un carruaje y un séquito de guardias que lo llevarían a las lejanías de la Capital para visitar a DongByul y su familia.

Ya que era una visita oficial, tuvieron que usar toda la parafernalia que se requería en estos casos. A KyungSoo no le habría importado viajar a caballo, no obstante, se sentía un poco más cómodo haciendo uso del carruaje. Había tenido que entrenar esa mañana y sus músculos ardían ante cualquier mínimo movimiento; fue algo bueno poder mantenerse sentado y tranquilo, además, el carruaje era especialmente estable, por lo que no le preocupaban demasiado los roces con los pequeños baches ocasionales.

Le ordenó a JiHyun tomarse el día para que descansara también. Con sus actividades mañaneras en pleno apogeo, ella se había vuelto aún más cuidadosa y perfeccionista con su tarea de cuidarlo. Masajeaba su cuerpo cuando se sentía muy cansado y calentaba su espalda cuando las cicatrices lo reprendían durante la noche helada, aunque ella misma cargara marcas de castigo en su cuerpo. JiHyun había querido replicar al inicio, pero KyungSoo seguía siendo una montaña temerosa que desplegó todo su temple para que su voluntad se cumpliera.

Por ahora, el trayecto era ligero y agradable. En las ocasiones anteriores había viajado rápidamente a caballo y no había podido disfrutar de esta manera del paisaje encantador de la Capital. Asomado en la ventana, con la cortina corrida ligeramente a un lado, KyungSoo se maravilló con la belleza de todo, del encanto de las casitas dulces y de la alegría de la gente. Era cautivadora la manera en la que todos parecían brillar, llenos de entusiasmo, vida y felicidad. Como si la tristeza y la tempestuosidad no existiese.

KyungSoo pensó inevitablemente que Kim JongIn era un buen Emperador, competente y de buen corazón.

-Príncipe KyungSoo, toma un bocadillo.

KyungSoo parpadeó y dejó de mirar las calles para observar con sorpresa al Emperador. Este extraía del bolsillo de su manga algunos dulces envueltos cuidadosamente y había extendido un yakgwa para él. Acomodó su postura, dejando caer la cortina a su lugar, y tomó el dulce con ambas manos. Detallándolo minuciosamente, KyungSoo arqueó una ceja.

-¿Llevaste esto en tu manga durante todo el camino?

-Tenía que asegurarme de que comieras algo -respondió en defensa y KyungSoo sonrió un poco-.

-Sin embargo, este no es un alimento saludable. ¿Cómo puedes empacar postres en lugar de frutas y bayas? No es bueno para la salud.

El Emperador le devolvió la sonrisa y arrugó ligeramente la nariz.

-De vez en cuando no hará daño. Además, los ha hecho la doncella JiHyun, ¿cómo podría despreciarlos entonces?

KyungSoo le arrojó una mirada altiva y acercó el yakgwa a su boca. Antes de darle un mordisco pequeño y degustativo, aseguró:

-Solo lo comeré porque lo ha hecho ella.

-No esperaba menos.

Finalmente, KyungSoo aceptó el bocadillo por completo y le dio una mordida llena de deleite y satisfacción. JiHyun tenía manos hábiles y una manera de cocinar bastante agradable. Ella había aprendido a adaptarse al gusto acostumbrado de su lengua y constantemente modificaba recetas que sabía de antemano para que fuera de su completo agrado. De esta manera probaba platillos típicos del Imperio del Sur con la sazón y la manera de cocinar tradicional de su hogar.

Es por ello que no se sorprendió al descubrir que el yakgwa no era tan dulce como tenía que haber sido y que, de hecho, podía sentir verdadero placer al comerlo.

(Definitivamente comió más de uno en el camino).

Al verlo de tan buen humor, tan brillante, tan feliz y calmado, Kim JongIn no pudo evitar sentirse pleno, completamente satisfecho y feliz. Como si ese fuera su propósito de vida, como si solo necesitara su sonrisa y el resplandor en sus ojos para sentirse victorioso de por vida.

El Concubino del EmperadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora