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Doble actualización 🖤🖤

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LILITH

Pensé que reaccionaria mal, pensé que el mismo me iba a decir que abortara, pensé...bueno, pensé muchas estupideces, que en ese momento, no me parecieron tan estúpidas porque estaba asustada.

La noticia no me cayó mal, pero tampoco bien.

Traer a un bebe en el mundo que nos rodea puede ser un gran peligro. Por eso me sentí egoísta, no es suficiente con tener que ocultar a Aitana, ahora también lo tendré que ocultar al frijol.

Ya estamos en la mansión de Berlín otra vez. No estuvimos mucho tiempo más allá. El recibidor se sentía vacío, la sala principal estaba fría. Todo estaba en orden. Como si nadie entro, nadie mato a Adeleine, nadie...

Al entrar Aitana corrió escaleras arriba. No había nadie dentro, todos los guardias se mantenían afuera.

-¡Le contare a Adeleine que tendré un hermanito!- grita, eufórica.

Joss aprieta fuertemente la mandíbula al escucharla. La puerta de la cocina se sacude con fuerza y dos pares de patas negras saltan a mi visión. Les abro y vuelvo a cerrar. Se abalanzan sobre nosotros y les damos algunas carisias.

-¿Dónde estaban mientras...?

-Alguien los encerró en el sótano.- me aclara.

-Ya.

-¿Cómo le diremos? No sé nada sobre esto. – me ve.

Mantiene su expresión fría como si nada le afectara.

-Yo...-

-¿Adeleine se mudó?- escuchamos su suave voz detrás de nosotros. Se encarama como puede en la encimera para poder llegar hasta los gabinetes y sacar un tarro de galletas. Las galletas que hicieron en la madrugada.

-Linda, ella esta... descansando. – hablo lo mas suave posible.

-¿Cuándo volverá?- pregunta, ceñuda.

-Está descansando con Dean.- su ceño se suaviza poco a poco.

-No volverá.- susurra.

-Está en un lugar mejor.- le tomo la mano.

-Iré a mi habitación.- sale de la cocina.

Me recuesto sobre la isla dejando mi cabeza entre mis manos.

-Me preocupa.- hablo cuando siento a Joss detrás de mí.

-¿Por qué?

-Ella no me habla sobre lo que paso en Rusia, ni como se sintió. Si está bien, si está mal. – Exclamo, desesperada y al borde de las lágrimas-. Estoy siendo una pésima madre, tengo que...

-No estas siendo una pésima madre. – me calla, aparentemente molesto por lo que dije-. Estas haciendo lo que puedes. Dale tiempo, es una niña.

-Eso es lo que me preocupa. ¿Y si genero algún trauma?

-No eres su psicóloga, eres su madre. Tampoco intentes psicoanalizarla.

-Me siento fatal.- giro el taburete y entierro la cabeza en su pecho.

-Tengo sueño.- le digo.

-Vamos a dormir.- me hala.

Me detengo un segundo cuando escucho mi móvil, lo tomo y veo el nombre de verónica en la pantalla. Respondo al siguiente tono y su voz cargada de pánico hace que el móvil resbale de mis manos.

Asmodeo, principe de la lujuria.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora