Dejame ir

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(17) déjame ir.

Lilith.

Luego del susto que me hizo pasar Aitana ayer por la noche, me quede con ella a dormir. Trajo de la biblioteca, que no sabía de su existencia, una pila de libros que no sé cómo carajos entraron en sus brazos. Me dijo que quería aprender alemán. No es mala idea.

Hoy, luego de que lleguemos de la junta del consejo, le explicare algunas cosas. Hoy también tengo mi primera consulta con la doctora que llevara todo mi ciclo en el embarazo. Es algo riesgoso por mi condición, pero nada por lo que no haya pasado antes.

Bajamos del auto y pasamos por las puertas donde un guardia verifica nuestra identidad. Al llegar a la sala veo una mesa con los líderes y seguidores de las mafias Cosa Nostra, 'Ndrangheta y la alemana. Todos ellos regidos por Joss.

Los hombres beben y fuman mientras las sumisas se mantienen detrás de ellos a la espera de cualquier orden.

La sala se sume en silencio cuando nos ven llegar.

Tomamos asiento en los dos puestos libres de la mesa e inmediatamente traen una botella que dejan frente a Joss. Chequeo disimuladamente mi ritmo.

Olvide tomar la pastilla.

La tengo en el bolso, no hay problema.

-¿Podrías traerme una botella de agua?- le hablo bajo al camarero.

-Por supuesto, señora.- se retira.

-¿Pasa algo?- escucho a Joss a mi lado.

-Mi medicación.- asiente varias veces.

Me traen la botella de agua y reviso mi bolso hasta encontrar la caja de la endemoniada pastilla. Llevo una a mi boca cuando todos se distraen en una plática.

-Llegara un cargamento nuevo que nos traerá una gran cantidad de ingresos.- habla Máximo.

Todos nos mantenemos callados dejándolo seguir. Mira a Joss con indecisión, toma un trago y luego habla apresuradamente.

-Llegara un lote de mujeres. En la Cosa Nostra quieren reactivar la trata de blancas. La 'Ndrangheta no puso quejas y varios de este grupo hemos estado de acuerdo.-aprieto los labios al escucharlo.

Las mujeres detrás de cada hombre se vuelven un manojo de nervios.

Algunas no están aquí porque quieren.

Son presa fácil.

Si no les sirven más, las mandaran a un burdel a ser violadas, si es que ya no lo son.

-Solo falta que lo apruebes, como máximo líder.

-Sabes cuál es mi opinión con ese tema. – la voz de Joss resuena por el lugar, calmada, fría y seria.

-Necesitamos más ingresos.- el sotocapo se entromete.

-Tenemos ingresos muy elevados, nuestra capital no baja. Las ventas y producción de armas y drogas están a toda marcha. No entiendo el afán por esto. – empiezan a traer los platos.

El ambiente se puede palpar tenso cuando los camareros se retiran.

-Más ingresos.- repite el sotocapo.

-Eso es avaricia.- Joss arrastra las palabras, amenazante.

Le guiño el ojo a una chiquilla que no debe tener más de quince años. Las manos le tiemblan en sobremanera, tiene el labio inferior lastimado de tanto mordérselo.

Es la sumisa de Máximo y es muy obvio que no quiere estar aquí y tampoco con él por las miradas de repulsión que le lanza.

Me levanto de la silla y sin mirar a nadie me acerco a Máximo.

Asmodeo, principe de la lujuria.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora