(15) Personal.Joss.
La traición se paga con muerte, y últimamente todos parecen creer que se las voy a dejar pasar. Otro ataque más por parte de la Bratva hacia la 'Ndrangheta. Mantiene a la mafia alemana y a la Cosa Nostra desde lejos. Carlo franco se mantiene mandando asesinos de su organización como si de pollos se tratase. Sobre Jürdi no sé nada. Las cenizas de mi madre se mantienen en su antigua habitación. Aitana se ha mantenido al margen, evita salir de su habitación. Subo a rastras el cuerpo del hermano de Bruno Lombardi. Mientras Alek trae a la otra lengua larga detrás de mí. Los perros me siguen de cerca gruñéndoles a los dos hombres que están en el suelo.
Al llegar al patio trasero veo a absolutamente todos mis hombres que miran la escena sin inmutarse. Lanzo el cuerpo de Lombardi en medio del patio junto con el otro. Arranco de sus cabezas la lona y puedo escuchar el suspiro de varios.
Uno de los suyos.
-Para que se vayan haciendo una idea de lo que sucede si traicionan.- les hablo claro.
-Les afloje la cadena y así me pagan. – lanzo el primer disparo a la pierna de Lombardi. Suelta un grito que no se escucha muy lejos.
No tienen lengua, se la comieron los perros.
Ambos están sentados al lado mío. Tiene el pecho inflado, muestran los dientes y se mantienen quietos esperando mi orden. Crecieron muy rápido.
El siguiente va a su cabeza y cae desfallecido.
-Uno por uno.- susurro cerca de él.
Me acerco al otro que gime como un cobarde entre suplicas por un perdón.
Casi me recuerda a mi cuando le rogaba a mi padre un poco de tiempo. Un respiro...
Al último le suelto tres disparos hasta dejar su cara irreconocible.
Hela se desliza por el césped hasta que llega hasta a mí. Se lanza sobre los cuerpos sobre el piso.
-La lealtad no se compra.- les hablo antes de largarme.
-Desháganse de los cuerpos.- les notifico.
Me termino el día de aquí para allá con los nuevos cargamentos de armas, el nuevo material para la fabricación de estas y los puertos donde se distribuye la droga. Me paso por la habitación de Adeleine y veo el frasco que contiene sus cenizas dentro.
-Cuando muera me incineras.- dijo, seria.
-Ya veremos.- me encogí de hombros.
Solté un bostezo largo lleno de cansancio del cual ella se dio cuenta. Estaba sentado a su lado, en uno de los sillones de su habitación.
-¿Desde cuándo no duermes?- pregunto, irritada.
Siempre parecía estar de mal humor.
-¿Quién lleva la cuenta de eso?
-Ven acá.- extendió sus brazos. Negué varias veces con la cabeza. Me halo de una oreja hasta dejarme recostado contra ella.
-Tengo treinta y cuatro años.- intente salirme de su agarre.
-Eso no me importa.- me dejo claro, molesta, como siempre-. Ahora, duérmete, yo estaré aquí para cuando despiertes.
Me acomode sobre su costado, dejando mi cabeza entre sus brazos. Como si fuera un niño de diez años.
Ahora despertaba en esta realidad y ella ya no estaba.
No éramos la mejor familia, no era la mejor madre. Yo, por supuesto, no fui el mejor hijo, pero sabía comprenderme sin que de mis labios saliera una sola palabra.
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Asmodeo, principe de la lujuria.
Ficción GeneralPaso años estudiando la mente humana, pero siempre se negó a usar eso a su favor. Los papeles han cambiado, los roles se invirtieron y decidida a no dejarse caer, Lilith camina de la mano del enemigo, haciéndole frente a la traición que le plantaro...