Lilith(3) ahogada en recuerdos.
-Nunca pienses que no eres suficiente, porque eres más que eso. Eres demasiado para cualquier mortal, incluso para mí.- estaba a punto de hacer contacto con mi hinchado centro, pero lo detengo.
No puedo hacer esto, no aun.
-Lo siento, yo...- las palabras se me atoran en la garganta mientras mis manos son un manojo sobre mi abdomen.
Me siento sobre la cama y tomo mis bragas junto con mi pantalón. Él se sienta con toda la calma del mundo a un lado. No se ve molesto ni alterado por lo que acabo de hacer, pero tengo claro que necesitara ayuda con esa erección.
-Joss, yo...-me callo.
-No te preocupes.- suelta con su característica frialdad, muy pocas veces es dulce.
Deja un beso sobre mi frente y sale de la habitación con paso calmado. Entierro la cabeza en una de las almohadas y suelto un suspiro cansado.
Estoy harta de tanta mierda.
La puerta quedo entre abierta, subo la cabeza cuando oigo un lloriqueo y me encuentro con uno de los cachorros. Lo alzo hasta dar con su placa y compruebo que es Dexter.
-Tu no me vas a juzgar, ¿no?- empieza a lamerme la cara mientras suelto una risilla. Me recuerdan a Rocco y su recuerdo es un constante recordatorio a Verónica.
Mantengo mis labios en una fina línea, me levanto en dirección al baño en busca de una ducha. Verla al final de las escaleras me sentó como una patada al corazón. ¿La extrañaba? Sí. ¿La necesitaba conmigo? Sí, pero nunca me imaginé que ella fuera socia del mafioso.
-¿Tu lo sabias?- pregunte, apática. Ya había tenido suficiente y no dejaría que ella ni nadie más me vieran desmoronarme.
-Li...-
-Responde. ¿Sabías que era Joss con quien me había acostado ese día?
-Si.- afirmó, luego de unos segundos.
-Eres...-
-Lilith, no podía decírtelo así como así. Entiende.
-Dijiste que no habrían más secretos entre nosotras.- le recordé.
Hizo amago de volver a hablar, pero la interrumpo.
-Lárgate de una buena vez. – su gesto se endurece notablemente mientras asiente varias veces.
-Llámame cuando logres entenderlo. – finaliza.
Salgo de mis divagues cuando la bañera esta hasta rebosar de agua. Antes de entrar me tomo mi medicación y me relajo frente al lavabo. Me veo en el espejo que esta frente a mí y llevo mi mirada hasta el espejo que hay detrás. Ruedo mi cabello y logro ver cada una de las cicatrices.
-Quince- su voz llega hasta mi cabeza como un maldito susurro que me atormenta.
Quince cicatrices, de todos los tamaños.
La más larga empieza en mi cintura y termina en mi hombro. Evito seguir viéndolas cuando siento una lagrima bajar por mi mejilla, me deshago de ella rápidamente y entro al agua tibia que relaja todas mis articulaciones. Me sumerjo por completo dejando que el aire escape de mis pulmones.
Como cuando fui ahogada en un balde de agua hasta perder la conciencia.
Mi pecho empieza a sacudirse con cada sollozo y el agua empieza a hacer de las suyas. El ardor en mi pecho es insoportable mientras se sacude.
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Asmodeo, principe de la lujuria.
Ficción GeneralPaso años estudiando la mente humana, pero siempre se negó a usar eso a su favor. Los papeles han cambiado, los roles se invirtieron y decidida a no dejarse caer, Lilith camina de la mano del enemigo, haciéndole frente a la traición que le plantaro...